Un alemán de 92 años irá a juicio en octubre por ayudar a asesinar a 5.230 prisioneros, muchos de ellos judíos, en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, según afirmaron fiscales este jueves.
Aunque no está acusado de asesinatos específicos, a Bruno Dey se lo acusa de ser cómplice de los administradores del campo de concentración Stutthof entre agosto de 1944 y abril de 1945, tiempo en el que sirvió como guardia, debido a que ayudó a evitar que prisioneros escaparan, según la acusación de la fiscalía de Hamburgo.
"La vigilancia era necesaria para que el campo funcionara, y el campo fue diseñado para matar gente", dijo el vocero de la corte, Kai Wantzen, quien explicó que el sospechoso hizo una confesión parcial. Bajo las leyes alemanas, el nombre completo de un sospechoso no puede publicarse.
El periódico Die Welt reportó que había reconocido su rol en el campo, que sabía que la gente era empujada a las cámaras de gas, y que había visto cuerpos siendo quemados en el crematorio. Sin embargo, argumentó que esto no era una admisión de responsabilidad.
"¿De qué habría servido si me hubiera ido? Habrían encontrado a otra persona", afirmó, según el reporte de Die Welt.
Unas 65.000 personas, incluyendo judíos, prisioneros políticos, homosexuales, Testigos de Jehová, civiles polacos y miembros de la resistencia murieron o fueron asesinados en Stutthof, según el sitio del museo. Los fiscales argumentan que muchos recibieron disparos en la nuca o ahogados con gas Zyklon B.
"Los fiscales lo acusan de ser un engranaje en la maquinaria asesina, que estaba al tanto de las circunstancias, que contribuyó llevando a cabo las órdenes de matar", afirmó la fiscalía en abril, cuando fue acusado.
Como solo tenía 17 o 18 años al momento de sus crímenes , será juzgado en una corte juvenil, que tiene distintos mecanismos de sentencia. Si es hallado culpable, podría pasar tiempo tras las rejas.
Su salud es frágil, por lo que las sesiones de la corte serán de solo dos o tres horas por día. Por el momento, hay sesiones programadas hasta diciembre.
Aunque el número de sospechosos disminuye por sus edades, los fiscales siguen intentando llevarlos a la justicia. Una condena de 2011 abrió la puerta a más fiscales, ya que se determinó que haber trabajado en un campo es motivo suficiente para la culpabilidad, sin que hagan falta pruebas de un crimen específico.
Unos 21 líderes nazis, incluidos Hermann Goering y Rudolf Hess, fueron puestos en el banquillo de los acusados durante los Juicios de Nuremberg, pero el sistema de justicia de Alemania Occidental hizo poco para llevar a cabo más condenas.
First published: 14:35, 08.08.19