El ataque de Hamás dio origen a la mayor ola de antisemitismo en el mundo desde la Segunda Guerra Mundial.
Incluso dejando de lado a países árabes, donde los sentimientos contra Israel son evidentes, en casi todo el planeta se produjo un salto muy pronunciado en el número de incidentes antisemitas, y muchos judíos afirman tener una baja sensación de seguridad.
Desde los campus universitarios de Estados Unidos que se volvieron hostiles hacia los estudiantes israelíes, la señalización de hogares en Francia, hasta que los judíos se ven obligados a quitar mezuzá de sus casas o institutos.
Algunos de los incidentes se limitan a la incitación y la violencia verbal en las redes sociales, pero muchos de ellos desembocan en la propia calle.
El caso más grave ocurrió en Los Ángeles, donde un judío que se manifestaba a favor de Israel fue asesinado a golpes con el megáfono de un propalestino.
Además, muchos judíos informan de una atmósfera que recuerda a la década de 1930 en Alemania, cuando había un miedo real a usar una kipá en la calle o incluso ir a la sinagoga o a escuelas judías.
Algunos de los incidentes comienzan con manifestaciones contra Israel, principalmente de musulmanes y elementos pro palestinos, y desembocan en violencia y cánticos contra los judíos. El llamado más destacado en estas marchas es el pedido a la "liberación de Palestina desde el Jordán hasta el mar", es decir, la aniquilación del Estado de Israel, el Estado de los judíos.
La serie de incidentes también llegó a lugares que antes se consideraban más seguros, como Australia, por ejemplo, donde se registraron manifestaciones pro palestinas desde el inicio de los combates, que desembocaron en cánticos antijudíos.
Este fenómeno ilustra que en esta ronda los manifestantes y antisemitas no distinguen entre israelíes y judíos, y que las críticas contra Israel se convierten muy rápidamente en un ataque al judaísmo en su conjunto.
Los países occidentales no permanecieron indiferentes. Inmediatamente después del comienzo de los combates, se aumentó la seguridad de las instituciones judías y se hicieron esfuerzos para evitar daños.
Sin embargo, las manifestaciones pro palestinas no cesan y continúan celebrándose en muchos lugares, aunque a veces con restricciones. Durante el período, ministros de alto rango en Europa expresaron su sorpresa por el fuerte aumento en el número de incidentes, y se están haciendo intentos para reducir el fenómeno y combatirlo.
La policía de Londres y París informó sobre detenciones y de un aumento de la aplicación de la ley, pero el número de incidentes sigue acumulándose y hay muchas más medidas que tomar para mejorar la situación.
¿Quiénes son los antisemitas? La mayoría de ellos se basan en musulmanes que se aferran a las críticas a Israel y al apoyo a Gaza para justificar su odio hacia los judíos. A ellos se suman elementos de la extrema izquierda en Estados Unidos y Europa, que ven a Israel como un ocupante colonialista y extienden su teoría a conspiraciones contra los judíos.
Para quienes defienden a Israel, la actividad más grande se está produciendo estos días contra las universidades de EE.UU.
Los nombres de los estudiantes que expresaron su apoyo a Hamás fueron revelados públicamente y muchas firmas anunciaron que no los contratarían. En otro movimiento significativo, decenas de firmas de abogados publicaron un carta pública a los decanos de derecho advirtiendo que no contratarían graduados de instituciones que muestren tolerancia hacia el odio a los judíos y nieguen el derecho del Estado de Israel a existir.
Todas estas acciones provocaron un cierto efecto. En los últimos días, una serie de instituciones, incluidas las universidades de Harvard, Columbia y Penn, anunciaron que están tomando medidas para combatir el antisemitismo y estableciendo un grupo de trabajo sobre el tema en cada campus.
La impactante ola y la intensidad de los incidentes causaron conmoción en varios países de Occidente, y ahora están comenzando a reaccionar.
La pregunta es si esto será suficiente para detener la marea y si las autoridades y la policía tienen siquiera la oportunidad, incluso si están decididas, de erradicar un fenómeno que, en última instancia, existe en los corazones de la gente de la calle.
La guerra en Gaza demostró una vez más que el antisemitismo sigue siendo un fenómeno global muy fuerte y probablemente nunca desaparecerá.