Con la participación de 41 países en 39 disciplinas, ya están en marcha los Juegos Panamericanos en la ciudad de Lima. Centenares de atletas de todos los rincones del continente americano, sueñan con subir al podio en este evento deportivo, uno de ellos es Uriel Trocki, con una historia muy particular.
Uri, el mediano de tres hermanos varones, nació en Montevideo, Uruguay, en 1996. De pequeño, comenzó a entrenar baloncesto en el club Hebraica y Macabi, siempre impulsado y alentado por sus lazos más cercanos, también amantes de este deporte. “Vengo de una familia de deportistas, todos juegan al baloncesto, mis abuelos, mis tíos, mis hermanos. Fue algo natural comenzar a jugar”, dijo en diálogo exclusivo con Ynet Español.
El año 2010, marcó un giro en la vida de Uriel, al poco tiempo de celebrar su Bar Mitzvá, él junto a su familia hicieron aliá y se instalaron en la localidad de Kfar Saba. “Nunca había visitado Israel, la primera vez que fui, fue para quedarme. Me sorprendió todo, era primer mundo. Yo conocía Estados Unidos y me parecía que tenían muchas cosas en común”. El estar en otro país no era excusa para abandonar su deporte favorito: “Lo primero que hice cuando llegué a Israel fue buscar un equipo donde poder jugar, antes de anotarme en el secundario, ya tenía equipo”.
Los primeros meses no fueron fácil para su adaptación ya que el idioma no lo manejaba en forma fluida pero “gracias al baloncesto me fui insertando de a poco y conociendo mucha gente, además me ayudó a ir perfeccionando y puliendo el hebreo”, dijo.
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“Lo primero que hice cuando llegué a Israel fue buscar un equipo donde poder jugar"
(FUBB)
A los 18 llegó el momento de enrolarse en la Tzavá, pero eso tampoco fue una piedra en el camino en su afán de seguir con su carrera deportiva. “La verdad que fue bastante complicado el hecho de compatibilizar el deporte y la Tzavá. Llegado ese momento no dependes de tus entrenadores sino que dependes de tus comandantes y de lo que ellos quieran dejarte hacer. Si tienes un entrenamiento en la mañana depende de que tu comandante te autorice a salir. Son tres años complicados porque no es el baloncesto lo primero que está en tu vida, sino el ejército”.
Durante varios años, Uri, de 2.01 mts y 104 kgs, se desempeñó en el Hapoel Kfar Saba, equipo que pertenece a la ciudad donde vive, pero las últimas temporadas las jugó para el Maccabi Raanana, otro equipo de Segunda División, muy cerca geográficamente del lugar donde reside con su familia.
Hace pocos meses, recibió en su casilla de mail un correo muy especial, la citación oficial para la selección de Uruguay. “La verdad que de hace un tiempo a esta parte no se me pasaba por la cabeza jugar en la selección mayor de Uruguay. Tuve varios llamados y entrenamientos con el seleccionado israelí pero nunca quedé definitivo con el plantel principal. Cuando me llegó el mail con la citación de Uruguay, fue una alegría muy grande, no lo podía creer”.
A mediados de junio llegó a su Uruguay natal para sumarse a los entrenamientos, y según dice él, el recibimiento fue sensacional: “No conocía a casi nadie de este grupo, solamente a Luciano Parodi, que coincidimos en las formativas de Hebraica y Macabi. De todas maneras la bienvenida que me dieron fue espectacular, es un lindo grupo y entre todos se llevan bárbaro”. También hace hincapié en la intriga que despierta su país de procedencia entre sus nuevos compañeros y colaboradores de equipo: “Muchos me preguntaron por el nivel de la liga de Israel, principalmente los jugadores, el resto de los allegados querían interiorizarse con la realidad y actualidad del país en sí”.
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"Cuando me llegó el mail con la citación de Uruguay fue una gran alegría, no lo podía creer"
(Bruno Tasende)
Su estadía en Uruguay parece estar disfrutándola también fuera del rectángulo de juego: “Acá tengo familia, tíos, primos, y amigos. Por suerte me estoy quedando en lo de mi abuela, me da todos los gustos con la comida, me encantan los chivitos y la pizza de acá”.
Uriel, quien se define como un jugador fuerte que le gusta colaborar con el equipo y sus compañeros, no ve la hora de que vaya la pelota al aire y comiencen los Panamericanos: “Quiero jugar, aprender, e intentar mejorar en todo lo que pueda. Voy a estar en un nivel de competencia que es mucho mayor al de mi liga, y enfrentando a jugadores que veo por televisión todos los días, como Luis Scola. Es un sueño que se hace realidad”.
Sus metas a corto y largo plazo las tiene bien claras: “Ahora firmé otro año más con el Maccabi Raanana, quiero mejorar mis números, jugar mejor y obviamente subir a la primer división porque estamos en la segunda liga de importancia. A futuro me encantaría jugar en un equipo que participe en la Euroliga, sería sublime”.
First published: 17:26, 25.07.19
