Los nazis consideraban a los roma (gitanos) como una “raza inferior”, por lo que también fueron víctimas, junto a los judíos, de la persecución nazi.
Los roma fueron encarcelados en campos de concentración, sometidos a trabajos forzados y asesinados. Miles murieron en manos de los escuadrones de ejecución itinerantes de la SS, los Einsatzgruppen, en los territorios del este ocupados por los nazis y otros miles perdieron la vida en los campos de exterminio de Auschwitz, Treblinka, Chelmno, Sobibor, Belzec y Treblinka. Muchos murieron por las horrendas condiciones en las que vivían y otros fueron fusilados.
Los gobiernos Eslovaquia, Hungría y Rumanía, aliados de los nazis, también participaron del exterminio gitano, aunque la mayoría de los gitanos en estos países lograron sobrevivir.
El 16 de diciembre de 1942, Himmler ordenó deportar a Auschwitz a los gitanos que iban a ser exterminados. Allí fue establecido un sector especial para ellos. Muchos murieron a causa de múltiples enfermedades que azotaban el campo de Auschwitz.
El 2 de agosto de 1944, alrededor de 3.000 roma fueron asesinados. En total, por lo menos 19.000 de los 23.000 roma enviados a Auschwitz murieron ahí.
El destino de los roma variaba de país en país, pero en Croacia sufrieron una de las peores matanzas. Los Ustasa (los fascistas croatas aliados de Alemania) asesinaron a alrededor de 28.000 roma y muchos otros murieron en el campo de concentración de Jasenovac.
Si bien no se sabe cuántos gitanos perdieron la vida durante la Segunda Guerra Mundial, se estima que los nazis y sus aliados mataron entre el 25% y 50% de su población total; entre 220.000 y medio millón de personas.
El 8 de mayo de 1956 fue erigido el primer monumento en recuerdo a las víctimas del Holocausto gitano en Szczurowa, Polonia.
En 1982, el canciller alemán, Helmut Kohl, reconoció el genocidio perpetrado por los nazis contra los gitanos.
