El Instituto Nacional de Seguros de Israel estima que el año 2020 finalizó con 1.980.309 ciudadanos que viven bajo la línea de pobreza, y que esa cifra incluye a casi uno de cada tres niños del país.
El número de personas definidas como “pobres” se redujo ligeramente en comparación a 2019, cuando la cifra superó la barrera de dos millones, aunque el dato puede resultar engañoso: la línea de pobreza se define en función del nivel de vida general de la población, que el año pasado disminuyó considerablemente a raíz de la crisis. Así, personas que antes de la pandemia eran definidos como pobres, esta vez no fueron catalogados como tales pese a la marcada reducción de sus ingresos.
El nivel de vida promedio en el país se redujo en un 4,4% gracias a la contención de los pagos y seguros de seguridad social que se implementaron a partir de la crisis. Caso contrario, esa merma se hubiera reflejado en un 23%.
El informe también evidencia un aumento de los índices de desigualdad entre los sectores más pudientes: 7,8% de alza de 2019 a 2020. Esto se debe a que muchos de los israelíes que perdieron sus trabajos pertenecen a los estratos socioeconómicos más bajos del país, lo que agrandó una brecha entre ricos y pobres que desde 2018 ya registraba en Israel índices altos en comparación a otros países de la OCDE.
Sobre una población total aproximada de 9,2 millones de habitantes, de los casi 2 millones de pobres israelíes 907.279 son niños, lo que representa a un 30% de los menores de edad del país. Del total, 1.277.477 son judíos, de los cuales 500.396 son ultraortodoxos, y 702.832 árabes.
Según el informe, los altos índices de pobreza en el sector ortodoxo se deben principalmente a la escasa mano de obra masculina, mientras que en la sociedad árabe influye considerablemente la baja participación de mujeres en el mercado laboral.