En la tarde del martes se reanudó en Jerusalem la anunciada y controvertida “Marcha de las Banderas”, luego de que en mayo fuera interrumpida en pleno Día de Jerusalem por el disparo de cohetes desde Gaza que derivaron en el inicio de la operación Guardián de los Muros contra el movimiento Hamás.
Unos 2 mil policías trabajan en el operativo para garantizar la seguridad de los manifestantes que celebran la reunificación de Jerusalem luego de la Guerra de los Seis Días (1967), en un evento que se convirtió en la primera gran tensión política y de seguridad que afronta el nuevo gobierno de Israel.
Los organizadores del evento habían fijado la fecha de realización para el jueves pasado, pero el entonces Gabinete de Ministros resolvió aplazarlo para este martes e instó a la policía a establecer una ruta de la marcha que evite enfrentamientos con sectores árabes de la ciudad.
De esta manera, se decidió que la marcha no ingresaría a la Ciudad Vieja a través de la Puerta de Nablus para evitar un desfile nacionalista israelí en pleno barrio musulmán. El ingreso al Muro de los Lamentos, destino final de la marcha, se realizará a través de la Puerta de Jaffa.
Antes de la marcha la policía bloqueó una serie de calles cercanas a la Ciudad Vieja y fueron dispersados decenas de jóvenes árabes para evacuar la zona. A su vez, en el sur del país, Hamás cumplió con las amenazas que había realizado en la previa de la Marcha de las Banderas y disparó globos incendiarios hacia territorio israelí, que provocaron 20 focos de incendios en zonas rurales.
El parlamentario de extrema derecha Itamar Ben Gvir, del partido opositor Sionismo Religioso, participa del evento nacionalista. En tanto, legisladores árabes de la Lista Árabe Conjunta se acercaron hasta la zona de la Puerta de Nablus para monitorear lo que ocurre en uno de los focos de mayor tensión de las últimas semanas.
Dentro de la coalición la Marcha de las Banderas también es motivo de tensión: Mansour Abbas, parlamentario de la facción árabe Raam, dijo que el evento “es una provocación cuya esencia son los gritos de odio y la incitación a la violencia” hacia la población árabe israelí. Abbas criticó a Omer Bar Lev, flamante ministro de Seguridad Interior: “Él y la policía deberían haber cancelado el desfile, no hay dudas de que el objetivo de los organizadores es desafiar al nuevo gobierno, desgastarlo con una serie de incidentes que nos devuelva a una escalada innecesaria como la del mes pasado”.
Por su parte Naftalí Bennett, el nuevo primer ministro, había prometido en la previa de la marcha que cualquier violación a la soberanía israelí con metología terrorista, como el ataque con globos incendiarios, sería motivo de una respuesta contundente de parte de Israel.