En la tarde del lunes el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel convocó a Anatoly Viktorov, embajador de Rusia en Israel, a una reunión para conversar sobre las recientes declaraciones del canciller ruso que afirmó que Adolf Hitler “tenía sangre judía”.
Luego de la reunión una fuente política israelí afirmó que “se acordó entre las partes que no iban a trascender detalles de la conversación”. Esta cautela sobre la difusión de esta discusión refleja el temor a una grave crisis en las relaciones bilaterales con Rusia, y contrasta con la promesa del canciller israelí Yair Lapid, que en la mañana del lunes había afirmado que la reunión con el embajador ruso iba a ser “dura”.
“Es una declaración imperdonable, escandalosa, un terrible error histórico y esperamos una disculpa. Te digo lo que pienso y lo que le diremos al embajador: que corrijan el error y que abran un libro de historia. Me molesta como ministro de Relaciones Exteriores y también como el hijo de un padre que estuvo en el gueto de Budapest”, declaró Lapid en el estudio de Ynet, horas después de que el ministro ruso Serguéi Lavrov emitiera la frase que despertó el enojo israelí. Lavrov dijo que Hitler tenía “sangre judía” para argumentar que el origen judío del presidente ucraniano Volodimir Zelenski no impide que existan elementos “nazis” en Ucrania.
El primer ministro Naftalí Bennett también criticó duramente la declaración de Lavrov. “Es una declaración que me tomo en serio, no es cierto y su propósito es erróneo. Estas mentiras pretenden acusar a los judíos de los crímenes más atroces de la historia que fueron cometidos contra los propios judíos, liberando así a los opresores de su responsabilidad”.
Hasta ahora, desde el comienzo de la guerra Bennett nunca había condenado explícitamente a Rusia. Ni siquiera lo hizo al referirse a la masacre de Bucha en la que fueron asesinados decenas de civiles ucranianos. Las condenas directas siempre salieron de la boca de Lapid, y por eso la postura del primer ministro es considerada un giro en la política del gobierno israelí.
El liderazgo israelí es pesimista respecto a una disculpa de Lavrov ya que sus palabras no atacaban a Israel sino a Ucrania. Además, en Jerusalem guardan cautela ante cualquier incidente diplomático por la respuesta que pudiera llegar desde Moscú, un socio estratégico de Israel en los frecuentes ataques contra objetivos iraníes en Siria, entre otros objetivos comunes.
Las relaciones bilaterales atraviesan un período particularmente sensible en el contexto de la guerra en Ucrania. En el último tiempo se acumularon diversos incidentes: el fin de semana, por ejemplo, un vocero de la cancillería rusa condenó una propuesta del embajador de Israel en Ucrania para que las calles ucranianas que homenajean a ciudadanos rusos sean cambiadas por los nombres de Justos entre las Naciones, personas que ayudaron a salvar vidas durante el Holocausto. En Rusia acusan a Israel de alinearse con una supuesta política de rusofobia impulsada por Kiev.