Los fallos que hicieron posible el 7 de octubre aún serán investigados. Los 101 secuestrados que aún se encuentran en Gaza, el impacto político sobre el futuro de la Franja de Gaza y los evacuados del norte tampoco dan descanso. Pero la recuperación del sistema de seguridad tras la catástrofe, da motivos para el optimismo.
Este Rosh Hashaná, a pesar de la dura noticia de los ataques de Irán, dejo espacio para el optimismo. Por la tremenda motivación demostrada por las masas que quisieron luchar junto a los habitantes y salvarlos el día de la terrible masacre de octubre pasado; Por la motivación que vi en todos los campos de combate en la reserva y en los combatientes regulares; Y por la motivación de la sociedad civil para ayudar a las víctimas y preservar el Estado judío y democrático.
La experiencia que he adquirido en los largos años en los que cubro guerras demuestra de manera inequívoca que quien gana es el bando que está motivado y decidido a luchar para vivir. Por eso creo que estaremos aquí durante generaciones.
Ha pasado un año desde la masacre del 7 de octubre de 2023, el consuelo, quizás la mayor medicina, es la rápida recuperación, en cuestión de horas y días, de la sociedad civil de Israel y de las FDI del shock y la pérdida de los estribos. El horror que sintieron cientos de reservistas y civiles, en ese terrible sábado en los sitios atacados.
En esas primeras horas y días, el gobierno y su líder no funcionaron en absoluto o funcionaron parcialmente, y no respondieron a las necesidades de los atacados. Al mismo tiempo, las FDI temían que Hezbollah aprovechara el impulso de los éxitos de Hamás y también intentara irrumpir en Galilea. Por eso la atención de las FDI y las fuerzas tuvieron que dividirse entre los dos escenarios. Todo esto se hizo en unos pocos días. Los terroristas de Hamás y de la Jihad Islámica fueron obligados a retroceder en la Franja de Gaza y comenzaron a sufrir bombardeos aéreos y fuego de artillería.
En la frontera norte estaban estacionadas tres divisiones, principalmente de reservistas, desde el monte Hermon y el monte Dov hasta Rosh HaNikara en el oeste. Se posicionaron en formaciones defensivas que aseguraron una defensa contra una especie de versión en el norte de la masacre del 7 de octubre.
La rápida recuperación de las Fuerzas de Defensa de Israel y de la sociedad civil es en mi opinión, el mayor éxito neto del año pasado. Es lo que evitó un gran desastre y el lento colapso del Estado de Israel, después de absorber una sorpresa. Un ataque en que el enemigo penetra las líneas de defensa, el ejército defensor se retira a una segunda línea y se prepara. Pero no había una segunda línea el 7 de octubre. Los asentamientos civiles eran el frente e Israel logró detener el ataque de Hamás y evitar resultados aún más terribles. en la frontera.
La maniobra terrestre sobre y bajo la superficie del suelo en Gaza, con la cooperación de la Fuerza Aérea y las unidades especiales, tuvo como resultado el desmantelamiento de la mayor parte de las fuerzas combatientes de Hamás y la Jihad Islámica. De los 23 batallones de Hamás, sólo uno o dos permanecen en los campos centrales, donde las FDI no operan debido a la evaluación de que una gran parte de los secuestrados se encuentran allí, y porque dos millones de desplazados de Gaza viven en "refugios abiertos" en el área.
Las FDI no controlan toda la franja, pero pueden desplazarse a cualquier zona que elijan en unas pocas horas. A veces, también pueden reunir información de inteligencia y atacar a las organizaciones militares de Hamás casi sin interrupción. Los combatientes recibieron misiles antitanques y explosivos que permanecían en manos de miembros de Hamás que llevaban a cabo una guerra de guerrillas, pero el lanzamiento de cohetes - e incluso morteros - contra territorio israelí se detuvo casi por completo. De hecho, Hamás dejó de representar una amenaza inmediata para los residentes de Israel como lo era antes del 7 de octubre.
Por otra parte, la dramática inversión del equilibrio de poder entre Israel y Hezbollah como parte de la operación "Flechas del Norte" es otro de los resultados. La comunidad de inteligencia, la Fuerza Aérea y el Comando Norte lograron lanzar una serie de ataques precisos contra todos los elementos del poder de la organización de una manera que, según las estimaciones, destruyó más de la mitad de su capacidad de poner en peligro a los residentes de la zona de Galilea en particular y el frente interno israelí en general. Estos ataques, que se basaron en información precisa proporcionada por la comunidad de inteligencia, fueron preparados para su ejecución con mucha antelación. Su activación se produjo en el momento adecuado, después de que el centro de gravedad de los combates fuera desplazado de Gaza, donde, como se ha mencionado, se logró un buen control de seguridad.
Además, otro de los logros, fue defender el territorio en los ataques iraníes del 13 al 14 de abril y del 1 de octubre. Por primera vez la cooperación operativa israelí-estadounidense, que fue extremadamente efectiva y en su marco se sentó la infraestructura práctica para una coalición defensiva regional contra el eje chiíta.
Por otra parte, el comando central, mediante una actividad agresiva, logró en esta etapa impedir una tercera intifada en Judea y Samaria. Hubo ataques terroristas, principalmente en las rutas de tráfico, dentro y cerca de los asentamientos judíos, pero las FDI atacaron los infiltrados en los campos de refugiados, atacaron a los batallones terroristas dentro de ellos y lograron mantener una casi tejido normal de la vida y al mismo tiempo reducir los ataques y evitar que se extiendan.
En resumen la lista de éxitos son el restablecimiento de la disuasión general de Israel y las FDI frente a la región en general y en particular hacia el eje liderado por Irán. Esta disuasión, que fue severamente erosionada el 7 de octubre, fue restaurada gracias a los sorprendentes golpes operativos y cognitivos que la comunidad de inteligencia. Las FDI golpearon a Hezbolá en el Líbano, y lograron el desmantelamiento de Hamás y la Jihad Islámica en la Franja de Gaza.
Sin embargo, la terrible destrucción en Gaza -resultado de los terroristas que se infiltran en la población civil y su uso de cargas explosivas- es un factor disuasivo al mismo tiempo que causa daño psicológico y político a la imagen de Israel en el mundo.
Ahora, en relación a los ataques que la Fuerza Aérea realizó en el Líbano demostraron lo buenos que somos en el ataque, y el lanzamiento de unos 200 misiles balísticos el 1 de octubre demostró que también somos una fuerza en defensa. Pero no hay que ser complaciente hay también algunos fracasos.
Es difícil decidir qué es más grave: el hecho de que decenas de miles de residentes del norte no puedan regresar a sus hogares durante casi un año, o la imposibilidad de devolver a los secuestrados que todavía están en manos de Hamás. Sea como fuere, no hay duda de que, desde un punto de vista estratégico, el hecho de que Hezbollah haya logrado desarraigar a unos 60.000 israelíes de sus hogares es un grave fracaso. Se debe a que a las FDI se le hizo imposible librar una guerra masiva en dos frentes.
En el ámbito de los secuestros, el fracaso es que no logramos crear las condiciones y la presión militar que provocarían que un asesino y un fanático religioso como Yahya Sinwar aceptara un segundo acuerdo para la liberación de los secuestrados. No voy a entrar en un debate sobre si el Primer Ministro Benjamín Netanyahu y el gabinete ampliado desaprovecharon oportunidades para llegar a acuerdos, pero las condiciones básicas son claras: Hamás puede sufrir grandes pérdidas, así como la destrucción de sus capacidades e infraestructuras militares y civiles, y aun así seguir funcionando como una organización guerrillera.
Las organizaciones terroristas no llevan a cabo una guerra que tenga objetivos claros, y si sus fuerzas se ven significativamente dañadas, no pueden seguir avanzando. Pero las organizaciones terroristas en general, y en la Franja en particular, se esfuerzan por sobrevivir. Y en este sentido, la supervivencia en Gaza es una victoria. Eso es a lo que aspira Sinwar en este momento, y por eso rechaza todos los tratos que le ofrecen. Todavía cree que una guerra regional aliviará la presión sobre él y obligará a Israel -que cree que será derrotado por ella- a aceptar sus términos y permitirle restaurar el poder de Hamás. Quiere ser como Al Qaeda e ISIS, que ahora se están recuperando bajo los auspicios de los talibanes en Afganistán.
Ésta es la razón principal por la que actualmente no existe ningún acuerdo sobre el secuestro. La opinión de Sinwar puede cambiar y volverse flexible en el futuro en vista del golpe asestado a Hezbollah en el Líbano y el continuo impulso allí, especialmente si Irán finalmente no se suma plenamente a la guerra. Por lo tanto, hará bien en negociar un nuevo acuerdo.
Otro punto es el fracaso en derrocar el control civil de Hamás sobre la Franja y permitir que Israel controle la ayuda humanitaria que entró en Gaza, lo que habría permitido a las FDI lograr uno de los objetivos de la guerra. Este fracaso se atribuye enteramente a Netanyahu. y los miembros del gabinete que se opusieron a toda iniciativa presentada por el ministro de Defensa, Yoav Galant. Netanyahu y sus socios de coalición de las facciones religiosas sionistas se oponen por razones ideológicas a la participación de la Autoridad Palestina en el gobierno civil de Gaza y actualmente no se vislumbra ninguna otra buena alternativa a Hamás.
Otro de los fracasos tiene que ver con el conflicto por la ayuda humanitaria. En estas disputas ambas partes tienen la culpa. Los estadounidenses, debido en particular a consideraciones electorales internas y, en general, a una estrategia internacional equivocada, intentan constantemente atarle las manos a Israel. Las FDI habían alcanzado logros razonables sobre y bajo tierra, si hubieran podido entrar antes a Rafah.
First published: 19:47, 02.10.24
