Los ministros de Relaciones Exteriores de Israel y Polonia anunciaron eSTE miércoles que habían resuelto una disputa entre las dos naciones y que restablecían a los embajadores en Tel Aviv y Varsovia.
La visita del ministro de Relaciones Exteriores, Eli Cohen, es la primera a ese nivel desde 2018, y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Polonia informó que será seguida por el presidente israelí, Isaac Herzog, que asistirá a las observancias el próximo mes por el 80 aniversario del Levantamiento del Gueto de Varsovia de la Segunda Guerra Mundial.
La reunión del miércoles, especialmente si va seguida de una visita de Herzog, señalaría un deshielo en los lazos después de años de tensiones marcadas por la retirada de embajadores y la cancelación por parte del primer ministro de Polonia de una visita prevista a Israel en 2019.
Los dos aliados vieron cómo los lazos se deterioraban en los últimos años debido a desacuerdos enraizados en el Holocausto y en cómo recordar la participación polaca en la matanza de judíos a manos de las fuerzas nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
La Alemania nazi ocupó Polonia en 1939 y asesinó a millones de judíos y no judíos. A diferencia de otros países ocupados por Alemania, en Polonia no hubo un gobierno colaboracionista.
Mientras que algunos polacos arriesgaron sus vidas para salvar a los judíos, otros ayudaron a los alemanes a perseguirlos y matarlos.
Los nacionalistas gobernantes de Polonia intentaron suprimir la investigación histórica sobre la matanza de judíos por parte de los polacos, describiéndola como un fenómeno marginal y centrándose exclusivamente en recordar a los héroes polacos que ayudaron a los judíos.
Esta postura fue condenada por historiadores, autoridades israelíes y sobrevivientes judíos que sufrieron persecución a manos polacas antes, durante y después de la guerra, y acusan al gobierno de intentar blanquear la historia.
Durante años, jóvenes israelíes peregrinaron a Auschwitz y otros lugares del Holocausto, así como a lugares históricos judíos en ciudades como Cracovia y Varsovia. Pero el año pasado Israel canceló los viajes, alegando que el gobierno polaco intentaba controlar el plan de estudios sobre el Holocausto que se impartía a los niños israelíes.
Polonia, a su vez, rechazó la petición de Israel de que guardias de seguridad participaran en las visitas escolares organizadas por Israel a Polonia.
Los funcionarios polacos argumentan que Polonia es un país seguro, y que la presencia de guardias armados perpetúa la imagen de que es un lugar antisemita donde los judíos necesitan protección.
La disputa polaco-israelí provocó una explosión de retórica antisemita en 2018 en las redes sociales y los medios estatales polacos, pero la violencia física es extremadamente rara, lo que hace que el país sea más seguro que muchos en Europa Occidental.
Cohen y el ministro de Relaciones Exteriores de Polonia, Zbigniew Rau, deben firmar un acuerdo este miércoles que debería ayudar a resolver el asunto de los guardias armados, según un asesor del presidente polaco.
El funcionario, Marcin Przydacz, sostuvo que el nuevo acuerdo estipula que los guardaespaldas con armas visibles no acompañarán a las giras israelíes.
"Este acuerdo está previsto para que la presencia de agentes de seguridad israelíes con armas no provoque emociones malsanas en torno a estos viajes", manifestó y agregó que en los casos en que se considere necesaria la protección, la parte polaca se hará cargo de ella.
"Queremos transmitir un mensaje positivo a la juventud israelí para que se asocie a Polonia con un lugar seguro y pacífico", afirmó Przydacz.
Los lazos comenzaron a deteriorarse cuando Polonia aprobó en 2018 una ley sobre el discurso del Holocausto que ilegalizaba culparla como nación por el Holocausto, una legislación tan controvertida que se diluyó, e incluso entonces no se aplicó en la práctica.
En 2021, el Parlamento polaco aprobó una ley que impedía a supervivientes del Holocausto y a sus descendientes reclamar las propiedades confiscadas por el régimen comunista tras la Segunda Guerra Mundial.
Polonia albergó durante siglos una gran comunidad judía, que contaba con 3,3 millones de personas en vísperas del Holocausto. Sólo sobrevivió un 10%, y la persecución de posguerra expulsó a muchos más.
La comunidad judía actual es muy pequeña, pero experimentó cierto crecimiento desde el fin del comunismo hace más de tres décadas.