En una esquina, entre las calles de una ciudad golpeada por el crimen en el centro de Israel, Benjamín Netanyahu se para en un escenario móvil, blindado por una pared de vidrio, prometiendo a través de una ventana restaurar la ley y el orden mientras la multitud canta "Bibi el rey".
El primer ministro de Israel con más años de servicio y la figura política más dominante y polarizadora de su generación está de vuelta en campaña mientras los israelíes se preparan para votar el 1° de noviembre en su quinta elección nacional en menos de cuatro años.
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Benjamín Netanyahu habla a sus seguidores desde el interior de un autobús de campaña.
(Reuters)
Se espera que su partido, Likud, gane el mayor bloque de escaños en la Knesset. Pero con los cargos de corrupción que pesan sobre él y las crecientes críticas sobre sus vínculos con un partido de extrema derecha en rápido crecimiento del que puede depender para formar un gobierno, las encuestas predicen que no habrá una victoria por nocaut.
"Lamentablemente, el único debate es si Bibi si o Bibi no”
Hila Shay Vazan, ex miembro de la Knesset y analista
Durante semanas, su "Bibi-bus" ha estado recorriendo los bastiones del Likud en todo Israel mientras busca obtener el apoyo de los votantes cansados del interminable estancamiento electoral que continúa mientras aumenta el costo de vida y persisten las preocupaciones de seguridad con los palestinos.
"¿Quieren restaurar el orgullo nacional? ¿Reducir los costos de vida? ¿Restaurar la seguridad personal?" Netanyahu, sonriente, preguntó a la multitud. "No soy un rey. Un rey no es elegido. Necesito ser elegido y eso depende de ustedes".
Netanyahu, un aliado cercano del expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump, viene llevando a cabo una corriente incesante de críticas contra el primer ministro centrista Yair Lapid, cuya coalición gobernante se recompuso después de las últimas elecciones y el mandato de un año de Neftalí Bennett.
Pero con pocas diferencias políticas importantes entre los partidos en temas que van desde la cuestión palestina e Irán hasta la economía, la elección se ve en gran medida como un referéndum personal sobre Netanyahu, cuya imagen agresiva se ha visto cada vez más empañada por sus problemas legales.
La participación en las ciudades donde el Likud suele obtener mayoría es relativamente baja y, estancado en las encuestas de opinión, Netanyahu necesita todos los votos posibles.
En Ramla, el "Bibi-bus" atrajo a unas 250 personas. Más tarde, en las cercanías de Lod, frente a una sinagoga, el parque de 400 metros donde se dio lugar la convocatoria estaba a mitad de su capacidad.
Israel ha estado atrapado en un bucle electoral desde 2019, el mismo año en que Netanyahu fue acusado de corrupción por cargos que él niega. A medida que avanza su juicio, la división entre sus partidarios y detractores se ha profundizado.
"Lamentablemente, el único debate es si Bibi si o Bibi no”, señala Hila Shay Vazan, ex miembro de la Knesset y analista.
Los críticos dicen que con la ayuda de la extrema derecha, Netanyahu, actualmente líder de la oposición, buscará reformas judiciales radicales que le permitan evitar su juicio y posible encarcelamiento si es declarado culpable, argumento que él rechaza.
El juicio ha eclipsado los logros del último mandato de Netanyahu, cuando Israel firmó los Acuerdos de Abraham, normalizando las relaciones con los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin bajo un proceso mediado por la administración Trump.
“Está entre la espada y la pared y siente, evidentemente, que esto para él es una batalla política a vida o muerte”, advierte el analista político Amotz Asa-El del Instituto Shalom Hartman.
Las encuestas muestran que el bloque de Netanyahu fluctúa entre una estrecha victoria y poco menos de una mayoría parlamentaria gobernante con el partido Otzma Yehudit de extrema derecha de Itamar Ben-Gvir, un ultranacionalista alguna vez condenado por incitación al racismo, listo para ser quien corone a la coalición.
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El político de extrema derecha Itamar Ben Gvir saca un arma en Jerusalem Este a principios de este mes.
(News of the Whole World)
Ambos resultados harían que la posibilidad de reformas radicales fuera casi nula, sostiene Asa-El.
En su campaña, impulsada con fuerza en las redes sociales, Netanyahu ha dicho poco sobre el cambio judicial, enfocando su mensaje en el alto costo de vida, una de las principales preocupaciones de los votantes, y desestimando su juicio como "amañado" y "una broma".
Al igual que Trump, Netanyahu dice que es víctima de una cacería de brujas política y cuenta con el apoyo de votantes poco interesados en los detalles legales del juicio, dijo Asa-El.
“Creen que los votantes de Bibi somos estúpidos e ignorantes”, dice Moti Karo, comerciante, de 56 años, criado en Ramla. “No es cierto. ¿Cómo podés desentenderte de la gente con habilidad para la calle? Gente con esa habilidad es justo lo que necesita el Medio Oriente. Y la calle quiere a Bibi", concluye.