Una víctima del terrorismo que resultó gravemente herida en un atentado en Jerusalem murió tras 22 años en coma.
Chana Nachenberg, natural de Nueva York, estaba sentada con su hija de tres años en el restaurante Sbarro del centro de Jerusalem cuando un terrorista suicida detonó su chaleco provocando una explosión masiva que mató a 15 personas e hirió a Hanna y a unas 140 personas más.
"Nuestra hija murió tras casi 22 años de valentía", contó su padre. "El mes que viene habría cumplido 53 años", añadió.
Su hija tenía 31 años en 2001 y su único hijo sobrevivió milagrosamente a aquel atentado y desde entonces se ha casado.
El atentado se perpetró durante la segunda intifada, el 9 de agosto de 2001. El terrorista, un joven de 22 años residente en el pueblo palestino de Aqqaba, cerca de la ciudad cisjordana de Jenín, entró en el restaurante a la hora punta del almuerzo, cuando el local estaba abarrotado. Según testigos presenciales, preguntó a un camarero cuánto tardaría en preparar unos espaguetis y, antes de que éste pudiera responder, el terrorista metió la mano en el bolsillo y detonó la potente bomba.
Entre los muertos había ocho niños y el restaurante quedo completamente destruido.
Ahlam Tamimi, la primera mujer que se unió al grupo terrorista Hamás y la persona que condujo al terrorista hasta el restaurante, y otro cómplice fueron condenados a cadena perpetua por su papel en el atentado, pero ambos fueron liberados en un intercambio de prisioneros acordado en 2011 a cambio de la devolución del soldado de las Fuerzas de Defensa de Israel, Gilad Shalit tras cinco años de cautiverio en manos de Hamás en Gaza.
Abdullah Barghouti, que había fabricado la bomba utilizada en el atentado terrorista, sigue cumpliendo una condena de 67 cadenas perpetuas. Los restos del terrorista fueron transferidos a manos de la Autoridad Palestina.