El reciente anuncio del gobierno israelí sobre la construcción de nuevas viviendas en los asentamientos judíos de Judea y Samaria (Cisjordania) provocó el primer gran enfrentamiento entre Israel y Estados Unidos desde que Naftalí Bennett lidera el poder ejecutivo israelí y el presidente Joe Biden hace lo propio en la Casa Blanca.
Tras la formación del nuevo gobierno israelí, Jerusalem había acordado con Estados Unidos que ninguna de las partes sorprendería a la otra con decisiones importantes. Así fue que la semana pasada, antes del anuncio de la aprobación de 3 mil nuevas viviendas para asentamientos israelíes, desde Israel pusieron al tanto de la situación a los estadounidenses.
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Obreros palestinos trabajan en una obra en el asentamiento israelí de Maale Adumim, cerca de Jerusalem.
(AP)
Pero la sorpresa ocurrió esta semana cuando Zeev Elkin, ministro de Vivienda israelí, anunció la comercialización de 1.300 unidades de vivienda adicionales a las que había informado el gobierno anterior que encabezaba Benjamín Netanyahu. Los norteamericanos se enojaron porque desde Israel habían anunciado 3 mil viviendas, y no más de 4 mil como finalmente ocurrió.
Así fue que en la noche del martes Antony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, se comunicó con el ministro de Defensa israelí, Benny Gantz, para protestar sobre lo que denominó un “alcance desproporcionado” de construcciones. Blinken advirtió a su interlocutor que la decisión provocaría una fuerte condena estadounidense y pidió revisar la medida.
Gantz adujo que el anuncio de Elkin respondía a viviendas aprobadas durante el gobierno anterior y se refería exclusivamente a la comercialización de esas unidades, pero Blinken rechazó el argumento y sostuvo que la decisión era un paso fallido de Israel. Luego de la conversación telefónica el Departamento de Estado emitió una enérgica declaración de condena a la medida israelí, que considera “perjudicial para las perspectivas de paz entre israelíes y palestinos”.
En Israel estiman que la ira estadounidense proviene de las presiones de los círculos progresistas del Partido Demócrata que busca un cambio de actitud del gobierno hacia Israel en todo lo que concierne al conflicto con los palestinos y los asentamientos judíos en Cisjordania. Este sector de los demócratas también se opuso el mes pasado a la financiación de baterías del sistema de defensa Cúpula de Hierro en beneficio de Israel.
Yair Lapid, ministro de Relaciones Exteriores, está trabajando para apaciguar el enojo estadounidense y le adelantó a Washington que a partir de ahora estará presente en cada comité de discusión sobre la construcción en los asentamientos, con el objetivo de evitar la falta de coordinación que evidenció el anuncio de Elkin. “La próxima vez que haya un debate sobre la construcción en los asentamientos, estaré allí junto con el ministro de Defensa”, prometió.
