El agua parece azul cristalina, casi no hay rastro de residuos, la arena amarilla está limpia y el olor en el aire es agradable, dando a los bañistas de la Franja de Gaza su primera experiencia de playas limpias y seguras en años.
Las aguas residuales no tratadas fluyeron directamente al mar de Gaza por años, causando un desastre medioambiental que arruinó una de las pocas oportunidades asequibles para nadar disponibles para la gente encerrada en la estrecha franja costera.
Esta temporada fue diferente, ya que las instalaciones de tratamiento de aguas residuales financiadas internacionalmente en todo el enclave costero intensificaron sus operaciones, reduciendo la contaminación a sus índices más bajos en años, según los funcionarios de medio ambiente.
"Antes no podíamos venir porque el mar estaba contaminado y, si lo hacíamos, nuestros hijos volvían a casa con virus y enfermedades de la piel", declaró Sahar Abu Bashir, residente de Gaza, de 52 años. "Hoy la zona está limpia y el mar también. Nos sentimos como si estuviéramos en otro país", prosiguió la madre de cuatro hijos a la agencia Reuters.
La Autoridad de Calidad Medioambiental y del Agua, dirigida por Hamás, declaró que las aguas residuales vertidas en el mar ya estaban parcialmente tratadas, lo que hacía que el 65% de la playa fuera segura y limpia, y que había planes para ampliarla. "La temporada de verano en la Franja de Gaza será relativamente segura en comparación con años anteriores debido a la notable mejora de la calidad del agua del mar", declaró Mohammad Mesleh, director de recursos medioambientales.
En Gaza, de 375 kilómetros cuadrados, viven 2,3 millones de palestinos, la mayoría de los cuales no pueden permitirse viajar ya que la pobreza y el desempleo rondan el 50%, según los registros locales e internacionales. Alegando problemas de seguridad con el grupo islamista Hamás, que dirige el territorio, tanto Israel como Egipto mantienen restricciones a lo largo de sus fronteras con Gaza.
En Deir Al-Balah, en el sur de la Franja de Gaza, la gente se agolpaba en un complejo turístico frente al mar llamado "Las Viejas Noches", construido en la cima de una colina que mira hacia la playa. Las familias cenaban en el interior de unas coloridas estructuras de madera, construidas para asemejarse a las cimas de las colinas de colores naturales de algunos países asiáticos, aseguró el propietario, Rami Al-Naa'ouq.
Su negocio está en auge esta temporada. "Cuando no hay contaminación tengo muchos clientes en mi local. Eso me ayuda a compensar las pérdidas por innovar y prepararme para el nuevo año", manifestó.
