Geula Cohen falleció a los 93 años

La despedida a Geula Cohen: lamentos de izquierda y derecha

Ayelet Nahmias-Verbin la conoció a través de su abuela y su mamá. Homenaje a una pionera cuya muerte es llorada en todos los sectores de la política israelí.

Ayelet Nahmias-Verbin - Adaptado por Tom Wichter |
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Geula Cohen falleció el miércoles pasado, y probablemente sea una de las últimas personas que provoca una sensación de pérdida tanto en la derecha como en la izquierda. A continuación, dos historias contadas por Ayelet Nahmias-Verbin, abogada y parlamentaria de Avodá entre 2015 y 2019, que reflejan épocas de convivencia política en Israel.
Dos pioneras y una taza de café Geula Cohen visitaba el Café Tamar en la década de 1980. La asociación automática de esa cafetería con la izquierda del mapa político no impidió que una integrante del Likud se mezclara entre sus clientes habituales. De hecho, más que cualquier otro partido, fue el Mafdal (sionismo religioso) quien instaló su sede allí debido a la relación especial que existía entre sus dueños, mi abuela Sara Stern y el parlamentario ya fallecido Abraham Melamed. Mi abuela y Geula, como dos verdaderas guerreras de una generación que luchó por establecer el país, lograban conectarse con facilidad. Guela, sargento del Leji; y Sara, servidora del ejército británico durante la Segunda Guerra Mundial, conversaban y en esos momentos no había derecha o izquierda. Eran solo dos pioneras con una taza de café. Y son parte de una generación que está desapareciendo.
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Geula Cohen
Geula Cohen
Geula Cohen falleció a los 93 años
(Ynet)
"Mamá, Geula al teléfono" Estoy en los últimos años de mi servicio militar y mi madre, Nechama Nahmias, es editora del diario Yedioth Ahronoth. Una de sus tareas era que, por cada columna de opinión de una personalidad vinculada a la izquierda, hubiera otra representativa de la derecha. Me gusta recordar esto cuando escucho afirmaciones sobre una aparente exclusión de las voces de derecha en medios de comunicación. Con mis propios ojos, en mi casa fui testigo de un editora cuya tarea era que las opiniones estuvieran estrictamente equilibradas. Un día mamá editó una columna de Elazar Granot, del Mapam. Y la personalidad representativa de la derecha a último momento le avisó que no podría escribir su columna ya que estaba en una reunión. Entonces recurrió a Geulá, quien se excusó por la falta de tiempo para escribir. Y mamá, experimentada en cierres del diario a las apuradas, jugó con su conciencia: "No querrás que solamente se escuche la opinión de la izquierda". La solución fue la de muchos editores que buscan ahorrar tiempo, a espaldas de los lectores: a ambos lados de la línea, una política de derecha y un periodista de izquierda, conversaron, debatieron, escribieron y prepararon una columna para el diario del día siguiente. Tiempo después Cohen le ofreció a mi mamá trabajar para ella. Su respuesta fue que no hubiera hecho esa propuesta si hubiera sabido cuán profunda era la brecha ideológica entre ellas. Se quisieron mucho, a pesar de sus diferencias de opinión. El miércoles, cuando supe que había fallecido, derramé lágrimas por ella y una generación que desaparece. Esa que siempre supo muy bien por qué estaba luchando y entendió que, a pesar de los cruces de opinión internos, está prohibido fomentar la división. Que tu memoria sea bendecida, Geula. Descansa en paz y gracias por ser una guerrera.
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