En el transcurso de un día a otro, la historia retrocedió en un flashback: por la mañana, resonó con la Guerra del Yom Kippur de 1973. Al mediodía, se asemejaba a la Guerra de Independencia de 1948 y, al caer la tarde, nos transportábamos a los pogromos de Kishinev de 1903.
De 2023 a 1903 en 24 horas.
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Las FDI muestran a los medios de comunicación como quedaron los kibutz que fueron atacados por Hamás.
(Ynet)
La mañana del 7 de octubre perdimos la confianza en nuestros dirigentes. Al mediodía, la confianza en nosotros mismos había decaído y, al anochecer, habíamos roto la promesa más importante que nos hicimos a nosotros mismos: ¡nunca más!
La Guerra de Yom Kippur, porque nos agarró por sorpresa, no estábamos preparados, y perdimos la batalla. Como también perdí aquella vez a mi vecino, al que amaba en secreto cuando era joven, antes de que se casara y dejara a su mujer con un bebé.
Todo el mundo tuvo sus propias pérdidas personales durante aquella espantosa guerra.
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Soldado de las FDI inspecciona las ruinas del kibutz Kfar Aza tras el ataque de Hamás.
(AFP)
La Guerra de la Independencia, porque, como entonces, hubo batallas cara a cara en las que nuestros civiles lucharon junto a fuerzas armadas. El kibutz Be'eri sufrió una lucha que recordaba a aquella guerra, con sus casas en ruinas y sus residentes buscando refugio en búnkeres.
En Kishinev, cincuenta judíos perdieron la vida. Gracias a Bialik, nuestro poeta nacional, los recordamos eternamente. El poema de Bialik, sin embargo, deja una marca indeleble en nuestra memoria, haciendo que parezca que perecieron cientos, cuando en realidad fueron cincuenta.
Kishinev, donde niños, ancianos y mujeres embarazadas sin protección fueron masacrados sin piedad.
Ahora, incluso el propio tiempo inclina la cabeza en solemne reverencia por el desgarrador destino que sufrieron los antaño orgullosos kibbutzim y sus valientes miembros. Que descansen en paz eterna.
Por favor, Dios, ayúdanos a encontrar la fuerza para levantarnos una vez más.