Se trata de una festividad judía y milenaria que conmemora la actuación de una heroína durante el Imperio Persa. Mezcla lo histórico, lo bíblico y lo simbólico. Es la salvación ante el intento de aniquilación del pueblo judío junto al llamado de supervivencia atemporal. La valiente Ester arriesgó su vida al oponerse a la masacre, estuvo dispuesta a perecer frente a la decisión de Hamán, ese visir que instigó y organizó el día del ataque a los judíos a las “suertes”. La fiesta actual pone en el centro la alegría y la resiliencia con disfraces, regalos, comidas y donaciones. La celebración de Purim no ha olvidado a los 59 rehenes bajo el cautiverio y secuestro permanente de vivos y muertos. El “todos deben regresar a casa” sigue vigente a pesar del chantaje y la utilización inmoral de los secuestrados por parte de Hamás. Los distintos sobrevivientes del terrorismo fundamentalista han relatado torturas y padecimientos que superan la razón y los tratados internacionales.
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En la Plaza de los Secuestrados son permanentes las manifestaciones a favor de la liberación de rehenes.
(Dana Koppel)
El grupo terrorista ha abandonado los uniformes y los escenarios volviendo a su estrategia de victimización, uso de la población y la red de túneles. Acusa a Israel de no cumplir los acuerdos ni el cese al fuego tergiversando la realidad, ocultando su negativa a las mediaciones en favor de los rehenes y la paz. El terrorismo autocrático prefiere el conflicto en la zona y la guerra comunicacional, en la cual ellos se perciben como las “víctimas y la resistencia” al opresor. Llamativamente no pocos se suman al coro y “cantos de sirenas”, y al antisemitismo que circula en las redes sociales y en “marchas occidentales”. Los comunicadores progresistas son hipócritas, ya que “alertan al mundo” tras las declaraciones de Trump, Netanyahu y Milei, pero callan frente a la odiosidad de Maduro, Petro y Boric. La prensa libre está en deuda desde el 7 de octubre de 2023, el día de la masacre planificada y ejecutada por Hamás, una fiesta interrumpida salvajemente.
El grupo terrorista ha abandonado los uniformes y los escenarios volviendo a su estrategia de victimización, uso de la población y la red de túneles.
En Chile, el jefe de gobierno sigue sin comprender su responsabilidad de jefe de Estado. A través de X, olvidó su casa y opinó sobre Gaza, un conflicto a miles de kilómetros de distancia, que encubre los problemas graves e internos de la franja chilena. La intervención de Boric refleja desconocimiento y parcialidad, propia de un dirigente universitario en medio de una asamblea con declaraciones sesgadas. Sus palabras son irresponsables y tensionantes, además de su visión reduccionista y prejuiciosa sobre el conflicto e Israel, ya olvidó su: “los gobernantes pasan y los pueblos permanecen”. Quizás, Hamán y Hamás no son buenos asesores presidenciales. Tampoco al recurrir a versos nerudianos que no garantizan la comprensión de la realidad con su “Chacales que el chacal rechazaría” en tono esnob. El cese al fuego recriminado fue parte de la primera fase y los secuestrados, vivos y muertos, siguen bajo penurias en Gaza. “Venid a ver la sangre por las calles” de los que, fueron arrastrados, violentados y exhibidos por los terroristas el 7 de octubre, parafraseando a Neruda.
Boric y la cancillería chilena han decidido ser cómplices pasivos del cautiverio y activos en la validación del terrorismo como medio político para fines difusos, violentos e irracionales. Israel seguirá trascendiendo en el mundo a pesar de Haman, Hamás, Boric y del antisemitismo actual. “Seguimos en pie y lo estaremos por siempre”.
(*) Profesor de Historia