La operación en Gaza se prolongó durante un mes sin que nuestras fuerzas sufrieran bajas: una estadística afortunada. El ejército lo atribuyó a la orden dada a las fuerzas de avanzar lentamente y a la debilidad militar de Hamás. Se atribuía principalmente a la suerte.
La falta de víctimas ha eliminado de la agenda la realidad de Gaza. El debate se redujo a la cuestión de cuál es la mejor manera de lograr la liberación de los rehenes, aumentar la presión militar sobre Hamás o la voluntad del gobierno israelí de llegar a un acuerdo que implique el fin de la guerra. La operación en sí fue percibida como un ejercicio militar unilateral. Beit Hanoun, Rafah, se convirtieron en sitios turísticos. Llegó el ministro Katz, rodeado de un nutrido grupo de periodistas y fotógrafos. Incluso Netanyahu acudió a mostrar su presencia.
Desafortunadamente, la suerte es un producto perecedero. El incidente en que el sargento Galeb Nasasra de Rahat, un rastreador de la Brigada del Norte, fue asesinado durante el fin de semana, y una oficial, un soldado y otro rastreador resultaron heridos, hizo resurgir una pregunta para la que la respuesta es compleja: ¿Qué estamos haciendo exactamente allí, en Gaza? Ayer por la tarde se publicó el informe presentado por el general de división (retirado) Yoav Har-Even sobre el incidente en el que una emboscada del batallón de reconocimiento de Golani mató a 15 habitantes de la Franja de Gaza, la mayoría de ellos no involucrados, la mayoría de ellos en ambulancias, cerca de Tel a-Sultan, en el borde de la Franja de Gaza. Har-Even encontró una mala gestión de los combates, la violación de las órdenes e informes falsos. Los videos que llegaron desde el campo son terribles y el daño de Israel ante el resto del mundo es grande.
Entonces, ¿qué estamos haciendo realmente allí, en Gaza? Tenemos ante nosotros dos enfoques que no se concilian entre sí. El jefe del Estado Mayor de las FDI, Eyal Zamir, y sus colegas del Estado Mayor tienen un enfoque restrictivo: la operación tiene como objetivo aumentar la presión sobre el liderazgo militar de Hamás en la Franja de Gaza para llegar a un acuerdo. Ese es el único objetivo. Las FDI no tienen intención de mantener los territorios que tomaron el mes pasado. Acuerdo; liberación de los secuestrados; traer empresas estadounidenses para que se encarguen de la distribución de alimentos; evacuación; fin de la historia.
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Eyal Zamir, jefe de las FDI, e Yisrael Katz, ministro de Defensa.
(Ministerio de Defensa)
"No me rendiré"
El primer ministro, en cambio, tiene un enfoque expansivo: Hamás ha hecho exigencias imposibles, sellando así su destino y el de la Franja de Gaza. En cuestión de días, Israel pasará a la siguiente etapa, un proceso que significa una ocupación completa de Gaza, una ocupación permanente. Esto es lo que Netanyahu quiso decir cuando declaró, en un "mensaje especial" que transmitió el sábado por la noche, que (a) "no me rendiré" y (b) "(si hay un acuerdo en los términos de Hamás) la importante visión del presidente Trump no se realizará, la visión que cambiará la faz de Gaza de una vez por todas".
Sabemos lo que implica la visión que cambiará la faz de Gaza para siempre: primero combates entre varias divisiones, con bajas de nuestro lado y asesinatos masivos de civiles de su lado, luego la ocupación, luego el traslado y la renovación de los asentamientos, y finalmente una Riviera entre Shati y Jabaliya. La cuestión es sólo qué es lo que Netanyahu está tratando de lograr con estas palabras, si la idea es amenazar a Hamas, si la idea es impresionar a la base, si la idea es preparar el terreno para una guerra eterna, para una búsqueda interminable de una victoria inalcanzable.
Netanyahu renunció a los abducidos, táctica, estratégica y moralmente. No se ajustan a su agenda.
El sábado por la noche, al pie del muro del campamento de Kirya, la gente se puso de pie y repartió carteles con un llamado al rechazo. Miles de personas pasaron por delante de la mesa que habían montado, camino a una manifestación por los secuestrados. Su plan era que las multitudes los saludaran en la manifestación, frente a las cámaras. Tal vez me equivoque, pero me parece que pocos tomaron los carteles y aun menos los agitaron. Un llamado a un cese de hostilidades y un acuerdo que liberaría a todos los secuestrados, sí; un llamado al rechazo, no por ahora. Pero la guerra prolongada, el sufrimiento de los secuestrados y sus familias, el hundimiento de las arenas de Gaza y el extremismo provocador de la cúpula política también rompen este acuerdo. Gaza no vale el precio, ni siquiera para la derecha.
