Binyamin Ze'ev Herzl
Binyamin Ze'ev Herzl
Foto: Ephraim Moshe Laylin
Simcha Rothman; Orit Strook.

El nuevo gobierno de Israel haría que Herzl se revolcara en su tumba

Opinión. Los que odian a Israel insisten en que el Estado judío es un país fascista, mientras que el regreso de Netanyahu al poder, unido a las escandalosas declaraciones de sus socios de coalición, no hacen sino echar leña al fuego.

Ben-Dror Yemini - Adaptado por Marcos Olivera |
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Son tiempos difíciles para los que aman a Israel, y buenos para los que lo odian.
Nuestros odiadores llevan mucho tiempo sosteniendo que Israel es un país fascista. No necesitaban ver a Benjamín Netanyahu volver al poder ni oír las escandalosas declaraciones de sus nuevos socios de coalición -Orit Strock y Simcha Rothman-, que desean modificar la legislación israelí para permitir que los sentimientos religiosos dicten si y cuándo deben prestarse los servicios públicos.
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Simcha Rothman; Orit Strook.
Simcha Rothman; Orit Strook.
Simcha Rothman; Orit Strook.
(Motti Kimchi)
No les importó que el legislador de derecha, Itamar Ben-Gvir, obtuviera demasiados escaños en la Knesset en las últimas elecciones israelíes. Para ellos, Israel era fascista antes de las elecciones del 1 de noviembre.
Pero ahora tienen motivos de celebración porque encontraron un tesoro de nueva munición que pueden utilizar.
Recientemente, unos 300 rabinos estadounidenses firmaron una carta abierta en la que declaran que impedirán las visitas de figuras políticas del Partido Sionista Religioso a sus comunidades.
No se trata de miembros del ala ortodoxa del judaísmo, pero no se equivoquen, representan a la mayoría de los judíos estadounidenses. Sus comunidades acogen regularmente a oradores invitados israelíes. Yo mismo fui anfitrión de muchos de ellos.
Para empezar, los oradores de extrema derecha nunca fueron invitados a esas comunidades, pero sus temores expresados en la carta abierta son reales.
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Un grupo de derechas cuelga una pancarta en apoyo del nuevo gobierno de Netanyahu.
Un grupo de derechas cuelga una pancarta en apoyo del nuevo gobierno de Netanyahu.
Un grupo de derechas cuelga una pancarta en apoyo del nuevo gobierno de Netanyahu.
(Reuters)
Los judíos estadounidenses están preocupados, disgustados y consternados. Lo último que queremos es perderlos. Constituyen un pilar de la fuerza estratégica del país y son firmes partidarios de un Israel judío y democrático.
En su carta, hacen referencia a la Declaración de Independencia de Israel y a los valores que representa, y articulan meticulosamente los sentimientos de muchos partidarios del país.
Yo también recibí una carta. Me la escribió una amiga íntimo que contrata a oradores israelíes para que se dirijan a las comunidades judías de Estados Unidos. Esta amiga es sionista de los pies a la cabeza y cree que su trabajo forma parte de la lucha contra la propaganda antiisraelí. En su carta expresaba su preocupación. Pero, ¿qué podía decir yo? Sus temores reflejan los míos.
Rothman, un supuesto experto judicial, comentó en su declaración pública explicando la legislación propuesta, que no se debe obligar a un hotel a prestar servicio a huéspedes con orientaciones sexuales diferentes. Cuando se expresó indignación por sus comentarios, se retractó.
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Netanyahu en pleno de la Knesset.
Netanyahu en pleno de la Knesset.
Netanyahu en pleno de la Knesset.
(Amit Shaabi)
"La libertad de ocupación establece que una persona puede ser grosera con los clientes, prohibírselo o no", dijo. "Ese es el significado de la libertad".
No, señor. le digo. Según su lógica, al dueño de un hotel que odia a los colonos se le debería permitir echarlos de su establecimiento, y a los seguidores del Movimiento Islámico se les debería permitir colgar un cartel en la puerta de su hotel, diciendo que los judíos no son bienvenidos.
¿Se volvió loco Rothman? ¿Se cree su interpretación de la libertad de ocupación? ¿Es realmente racismo protegido por la ley?
¿Y qué hay de su estrecho aliado político Strock? Si se aprueba la enmienda (que ella entiende como que un médico judío religioso puede negarse a tratar a un no judío en Shabat para no violar ninguna creencia religiosa), Israel verá un cambio masivo en su sociedad, muy rápidamente.
En la actualidad, los médicos árabes constituyen casi el 50% de todos los médicos que trabajan en los hospitales israelíes. ¿Y si pronto se negaran a tratar a sionistas? Theodor Herzl debe estar revolcándose en su tumba.
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Theodor (Binyamin Ze'ev) Herzl
Theodor (Binyamin Ze'ev) Herzl
Theodor (Binyamin Ze'ev) Herzl.
(Archivos del sionismo, Organización Sionista Mundial)
Nada de esta visión de pesadilla del futuro se hará realidad. Pero, esos dos miembros de la coalición entrante, a los que se les puede dar un asiento en la mesa como ministros o en otros altos cargos, detentarán el poder. Formarán parte del régimen.
Añada sus indignantes comentarios a los del hijo mayor de Netanyahu, Yair
El joven Netanyahu acusó a la policía y a la fiscalía de traición -castigada con la pena de muerte- por acusar a su padre de corrupción. Calificó la acusación de intento de golpe de Estado.
Cuanto más persista esta locura, más judíos estadounidenses se verán empujados a los brazos de la izquierda radical, que sólo dirá: "Se los dijimos". Con nuevas pruebas que demuestran que Israel es un país fascista.
Es difícil entender cómo una persona tan culta como Rothman no comprende el significado de sus palabras. Debe saber que, al menos a primera vista, él y sus secuaces están empujando a Israel a parecerse a Afganistán, haciéndolo poco atractivo para los judíos de todo el mundo.
Parte de la responsabilidad recae en las élites. El sistema judicial israelí pisoteó la ley en ocasiones, cuando no prohibió a los candidatos a la Knesset que negaban el derecho de Israel a existir, pero sí prohibió a los que tenían otras opiniones racistas.
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El presidente Issac Herzog en consulta con representantes del partido Likud
El presidente Issac Herzog en consulta con representantes del partido Likud
El presidente Issac Herzog en consulta con representantes del partido Likud.
(Foto: Flash 90)
Los partidos políticos de centro-izquierda se presentaron con una plataforma anti-Netanyahu en el último ciclo electoral, y al hacerlo, envalentonaron a los partidos ultraortodoxos y a la extrema derecha, para exigir concesiones exorbitantes por parte del líder del Likud en las conversaciones de coalición.
Pero la mayor parte de la culpa es de Netanyahu. Sus socios deberían haber encontrado más resistencia por su parte durante las negociaciones. No tenían ninguna alternativa viable.
Firmó acuerdos que contenían legislación perjudicial y se vio obligado a hacer múltiples declaraciones públicas en un solo día, para distanciarse de su retórica. No estamos asistiendo al fin de la democracia israelí, pero no hay que subestimar la gravedad de nuestra situación.
En sus anteriores mandatos como primer ministro, Netanyahu consiguió alienar a los judíos estadounidenses cuando descartó el bipartidismo y se alineó con el Partido Republicano. Ahora está empeorando las cosas.
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