En las últimas semanas, el debate sobre la política de Israel en la Franja de Gaza se ha desarrollado como un concurso lleno de misterios. Las preguntas sobre el propósito de la operación de un mes en el norte de la Franja de Gaza y cómo los dos objetivos generales de la guerra –la destrucción de las capacidades militares y gubernamentales de Hamás y la liberación de los rehenes– son respondidas por las conjeturas de expertos, comentaristas y periodistas, que se alimentan de información o sugerencias de los responsables de la toma de decisiones.
En el fondo, el rostro geográfico y demográfico de la Franja de Gaza ya está cambiando. Se vacían zonas de población, se forman zonas de amortiguamiento, encabezadas por el territorio de Netzarim, y se establecen ejes de control de seguridad que dividen la zona. Se trata de movimientos de lógica militar que se espera que se fijen y se conviertan en una realidad duradera que afectará a la situación y a la imagen de Israel, similar al precedente de la estancia en el sur del Líbano entre 1982 y 2000, en el que la lógica militar precedió al pensamiento estratégico a largo plazo. Todo esto se está llevando a cabo sin que la dirigencia explique a la opinión pública en profundidad y en detalle cuáles son los objetivos, y sin que se lleve a cabo un discurso interno agudo y crítico sobre el tema.
La segunda especulación es que éste es el comienzo de la ley marcial. Y aquí también hay una brecha, ya que las FDI han dejado claro que tienen la intención de abandonar los territorios en los que actualmente operan, encabezados por Jabaliya, cuando terminen los combates allí. Esto demuestra una vez más una extraña adherencia a la estrategia de la tercera fase de las incursiones en curso, que ya se ha demostrado que una vez que se completan, Hamás regresa a cada vacío creado, lo que probablemente requerirá que las FDI comiencen a planificar la cuarta entrada a Jabaliya.
El discurso fantástico que ha acompañado el último año
En el telón de fondo, cada vez son más las voces que piden la reanudación de los asentamientos en la Franja de Gaza, incluso de representantes del Likud, bajo cuyos auspicios se celebró una gran conferencia sobre el tema hace aproximadamente un mes. Cabe destacar que la última vez que Netanyahu se pronunció sobre el tema fue en junio, cuando afirmó que se trataba de un "objetivo poco realista". Además, cada vez hay más informes de planes para integrar a empresas estadounidenses y entidades árabes en la distribución de ayuda humanitaria en la Franja de Gaza, otra expresión del discurso de fantasía que ha acompañado el año pasado, en el que ya se han planteado ideas de gobierno por clanes, "burbujas" civiles o persuadir a los estados árabes para que asuman la responsabilidad civil y de seguridad de Gaza.
El caos ideológico ambiguo es una receta para el desastre estratégico. La dirigencia no aclara la lógica rectora, y el acalorado discurso sobre el día después se basa en pocos datos y mucha angustia. De hecho, se trata de una lucha por la piel del oso que aún no ha sido cazado, ya que Gaza sigue existiendo el día anterior: a pesar de los duros golpes que sufrió, el principal de ellos el asesinato de Sinwar, Hamás sigue siendo la fuerza dominante en la región, no se desintegra ni muestra flexibilidad para llegar a un "acuerdo" –contrariamente a la doctrina de Israel de que más fuerza conducirá a ese resultado– y no hay alternativa en el horizonte, fuera o desde dentro de Gaza, que pueda o quiera reemplazar a Hamás.
Un lío sobre el terreno donde se mezclan las FDI, Hamás y los clanes armados
La "ensalada de ideas" se traduce en caos sobre el terreno donde se mezclan las FDI, Hamás, clanes armados que levantan la cabeza en varias zonas y masas de desplazados. Esta es una realidad que promete una guerra durante muchos años, como dejan claro los responsables de la toma de decisiones, pero no está claro cuántos años son, exactamente cómo cambiará la realidad en Gaza y, especialmente, cómo esto conducirá a la liberación de los rehenes, un objetivo que la conducta actual parece estar frustrando.
La cuestión de la estrategia con respecto a Gaza, de la que se burlan los políticos y algunos comentaristas por plantearla, no debe permanecer vaga o "secreta", como es habitual en los regímenes no democráticos. Esta es una cuestión fundamental para el futuro de Israel, que dará forma a la vida de los ciudadanos que se verán obligados a compartir sus costos y se verán afectados por sus consecuencias. El liderazgo debe presentar claramente cuál es la política, y el público debe exigir respuestas y, especialmente, plantear reservas cuando identifique brechas, o se presente con eslóganes generales y visión en lugar de estrategia.
La estrategia con respecto a Gaza es una cuestión fundamental para el futuro de Israel, que dará forma a la vida de los ciudadanos que se verán obligados a compartir sus costos y se verán afectados por sus consecuencias.
La verdad es que Israel está envuelto en una guerra de desgaste en Gaza, cuyo final no está claro. Es poco probable que el enemigo, con su ideología fanática, se derrumbe o se rinda, y los habitantes de Gaza no muestran signos de levantamiento contra el grupo dominante. Hamas ha sufrido dramáticamente en la guerra, pero la organización sigue luchando en todos los puntos donde operan las FDI, incluso en lugares que supuestamente han sido derrotados. Esto requiere, una vez más, una comprensión de la encrucijada estratégica que enfrenta Israel. Por un lado, una ocupación total y una estancia en Gaza, que no parece haber ningún deseo o capacidad de realizar en este momento, y que puede asegurar el colapso de Hamás, pero no el regreso de los secuestrados. Por otro lado, un acuerdo a corto plazo, con sus dolorosos costos (la liberación de los prisioneros y la retirada de la Franja de Gaza). Este es el mal menor que permitirá, al menos, la liberación de los secuestrados y un llamamiento a formular una estrategia ordenada y a largo plazo con respecto a Gaza, que no existía en vísperas del 7 de octubre, y es muy dudoso que exista ahora.
(*) El doctor Michael Milstein es jefe del Foro de Estudios Palestinos en el Centro Dayan de la Universidad de Tel Aviv