La expectativa del Comité Olímpico de Israel de cara a los últimos Juegos Olímpicos era obtener dos o tres medallas y clasificarse a diez finales, el doble que en Río de Janeiro 2016. Pero el resultado superó los cálculos más optimistas y rubricó los mejores Juegos Olímpicos de la historia de Israel.
El deporte israelí regresó de Tokio con cuatro medallas, cuando su mayor marca había sido de dos medallas en tres ocasiones: Barcelona 1992, Atenas 2004 y Río de Janeiro 2016. Sobre 206 países participantes, Israel finalizó en el puesto 39 del medallero, por encima de países como Egipto, Sudáfrica, Argentina, Nigeria, Austria, Rumania, Ucrania y hasta Grecia, la capital olímpica, que logró dos oros y un bronce.
Fue la primera vez en la historia olímpica que el deporte israelí ganó dos medallas de Oro: Artem Dolgopyat en gimnasia artística y Linoy Ashram, la primera mujer israelí en subirse a lo más alto de un podio, en gimnasia rítmica. La taekwondista Avishag Semberg obtuvo la primera medalla israelí en dicha disciplina y el equipo nacional de judo completó la foto triunfal, en ambos casos con sendos bronces.
El objetivo de que el deporte israelí dispute diez finales olímpicas se superó con creces. Israel accedió a 18 finales, una cifra muy superior a las últimas ediciones: en Río de Janeiro clasificó a 5 finales, en Londres 2012 a 8 y en Beijing 2008 a 6. Y todos estos éxitos, con o sin medalla, los sumó a pesar de los resultados decepcionantes en disciplinas tradicionalmente exitosas para el deporte israelí, como el judo y la navegación.
La gimnasia es, por supuesto, la disciplina que explica la gran revolución del deporte israelí. Además de los dos oros en Tokio 2020, en los últimos años los gimnastas israelíes destacaron con 15 medallas en las principales competencias internacionales. Dolgopyat se posicionó como el mejor del mundo en la prueba de piso. Y la gimnasia artística Israel se convirtió en una potencia mundial: además del primer puesto de Ashram, Nicol Zelikman finalizó séptima y el equipo nacional fue sexto.
El atletismo israelí también pegó un salto de calidad, a pesar de que la maratonista Lonah Korlima Chemtai Salpeter viajó a Tokio con expectativas de pelear una medalla pero finalizó en el 66° puesto de la maratón femenina por problemas que sufrió a 4 kilómetros de la meta. Hannah Minenko resultó sexta en triple salto, Selamawit Bayoulgn Teferi puso a Israel en la final de los 5.000 metros por primera vez desde 1976 y su esposo, Marhu Teferi, llegó en el 13° lugar de la maratón masculina.
¿Qué explica el éxito israelí?
El coronavirus propuso un desafío extra a la comunidad olímpica, que incluyó el aplazamiento de los juegos, la cancelación de competencias internacionales, expulsó al público de los eventos deportivos y exigió que muchos deportistas tuvieran que pelear nuevamente por la clasificación a Tokio. Pero el Comité Olímpico de Israel permitió que los deportistas nacionales mantuvieran su rutina lo máximo que se pudo.
El gran número de medallas en campeonatos internacionales fue el indicador más confiable del crecimiento del deporte israelí de alto rendimiento. A pesar de que el año pasado casi no hubo competencias, los representantes israelíes ganaron unas 9 medallas. En los meses previos a Río 2016 se habían cosechado 7, y en la antesala de Londres 2012 apenas 5.
El regreso sin medallas de los juegos de Londres 2012 marcó un punto de inflexión en el deporte olímpico israelí. Allí comenzó una revolución de profesionalismo que comenzó por solucionar uno de los problemas más recurrentes de los deportistas israelíes: la cuestión mental.
El objetivo de que el deporte israelí dispute diez finales olímpicas se superó con creces. Israel accedió a 18 finales, una cifra muy superior en relación a las tres ediciones anteriores.
Desde aquel fracaso se inició un proyecto liderado por el psicólogo Ohad Maoz, que incluye una inversión de un millón de shekels al año (310 mil dólares). Dicho presupuesto permite que cada rama deportiva cuente con un psicólogo o entrenador mental. En el contexto del coronavirus, y los problemas que eso trajo, está claro que la asistencia profesional hizo la diferencia en la capacidad de recuperación de muchos deportistas que representaron a Israel.
A su vez, hace cuatro años los responsables de las principales disciplinas elaboraron planes estratégicos de cara a los juegos de Tokio 2020 y París 2024, con foco especial en el reclutamiento de talentos jóvenes. En estos años los deportistas destacados de 16 a 22 años recibieron un apoyo similar al de un año olímpico. Una de ellas fue Avishag Semberg.
El objetivo fue seleccionar jóvenes talentos que demostraron capacidades para destacarse internacionalmente y brindarles asistencia financiera que les permitiera mejorar sus rendimientos, y al mismo tiempo reducir la carga económica que en el deporte juvenil suele recaer sobre las familias del deportista. Los resultados se evidenciaron en Japón, y se espera que sean todavía mejores en París 2024.