En las últimas décadas, la alta tecnología israelí se ha establecido como una fuerza líder en el escenario mundial, fomentando una estrecha colaboración entre empresarios, ingenieros, inversores y científicos de Israel y de todo el mundo.
Uno de los aspectos más notables de esta industria es su resiliencia frente a los desafíos externos e internos, particularmente en el contexto de una creciente polarización política, inestabilidad gubernamental y creciente descontento público. Dada esta realidad, el éxito continuado de la alta tecnología israelí plantea una pregunta fundamental: ¿cómo sigue prosperando a pesar del complejo panorama político?
El clima político de Israel se ha vuelto particularmente desafiante, caracterizado por un discurso público divisivo y difícil. Los desacuerdos fundamentales a menudo toman la forma de batallas de identidad en lugar de debates sustantivos, lo que lleva a una pérdida de confianza en las instituciones estatales y a una sensación persistente de estancamiento.
Esta parálisis afecta a muchos sectores de la economía y la sociedad, pero la alta tecnología israelí sigue generando éxito, atrayendo inversiones extranjeras y liderando la innovación tecnológica y cultural.
Una de las razones clave detrás de este fenómeno es que la alta tecnología israelí encarna una cultura que es colaborativa, abierta, informal pero altamente profesional. Mientras que el sistema político tiende a atrincherarse en posiciones rígidas, el sector de la alta tecnología se nutre de la cooperación, la resolución de problemas, la participación de las comunidades y el aprendizaje continuo.
El emprendimiento, por naturaleza, tiene que ver con la creación más que con el control: requiere apertura a nuevas ideas, confianza mutua y la capacidad de dejar de lado los egos en busca del éxito compartido. Estas cualidades, actualmente ausentes en el discurso público, están claramente presentes en el mundo de la innovación.
Sin embargo, la alta tecnología israelí no es inmune a su entorno. Los empresarios están contemplando la reubicación, los inversores extranjeros ejercen una mayor cautela y al mismo tiempo crecen las preocupaciones sobre la erosión de la ventaja humana y cultural de Israel.
El éxito tecnológico no depende únicamente del talento y la innovación. También se basa en la resiliencia social, la confianza en las instituciones y la sensación de estabilidad. Si estos factores se deterioran con el tiempo, incluso la industria de alta tecnología puede tener dificultades para mantener su crecimiento.
A pesar de estos desafíos, el espíritu emprendedor sigue floreciendo. Los jóvenes profesionales de todos los sectores aportan ideas innovadoras, una pasión por la innovación y un deseo genuino de tener un impacto positivo en la sociedad. Esto demuestra que los valores fundamentales que impulsan la alta tecnología (colaboración, respeto mutuo, mentalidad abierta y compromiso con la excelencia) también pueden servir de inspiración en otros campos.
Si bien un país no puede ser administrado como una empresa emergente, hay espacio para adoptar un enfoque que fomente la creatividad, la escucha y la cooperación para construir un futuro más estable y próspero para la sociedad israelí en su conjunto.
(*) Empresario, consultor e inversor. Es cofundador de Simbionix y mentor de startups en IA e innovación.
