Después del abrupto y más que verídico robo de las elecciones en Venezuela, el régimen presidido por Nicolas Maduro se ha encargado de oprimir de forma mayor al reprimido pueblo venezolano, que pide a gritos ser librado y liberado de semejante mal.
El socialismo del siglo XXI transformado en la más putrefacta sevicia del ser se enaltece ahora de mantenerse en el poder a cuestas de todo lo posible e inhumano. Cientos de personas han sido apresadas, torturadas, encarceladas, desaparecidas y hasta asesinadas. Venezuela no quiere continuar con su nefasto gobierno, que por medio de mezquinas y subrepticias artimañas ha hecho hasta lo no creíble por quedarse con el poder de un país que, al igual que Colombia, tiene grandes riquezas naturales, aunque es el petróleo en exactitud lo que convierte a Venezuela en un país inmensamente rico. Venezuela está por encima de Arabia Saudita y de Irán en reservas del oro negro.
Lamentable es que Hugo Chávez tomase el poder una vez, pues luego de eso ya no sería devuelto jamás a la democracia, por lo menos de forma pacífica. Ahora bien, ¿Colombia está acercándose a la realidad de Venezuela? Diría que sí y no. Pero sólo el hecho de que haya esa posibilidad crea alarmas reales.
El régimen de Maduro tuvo gran apoyo y lo sigue teniendo de una nación tan deplorable como lo es Irán, que es un aliado clave para que el primero se mantenga en el poder. En Irán no hay democracia desde los años 70, y en Venezuela no la hay desde hace ya por lo menos dos décadas. Además, Venezuela está empeñado tanto económica como estatalmente con naciones extranjeras no democráticas y de la misma manera apoya a todos los grupos terroristas y guerrilleros, desde las FARC y el ELN hasta a Hezbolá y Hamás en el Medio Oriente, y a todos los demás grupos extremistas radicales.
No es de gratis que el sindicato Manos Limpias acaba de presentar una denuncia ante la Corte Penal Internacional contra el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero, acusándolo de delitos de lesa humanidad por su asociación con Nicolás Maduro.
Por si fuera poco, en Colombia desde el gobierno no se reprocha lo sucedido en Venezuela, por claras razones. El temor es entonces que la historia se repita, pero esta vez en nuestro país, y que, apoyándose en lo sucedido allí, se quieran replicar las mismas prácticas. Por lo que el voto electrónico es un enorme riesgo para las democracias. Y, más allá de ello, como bien lo dijo el general venezolano Francisco de Miranda en su momento: “Entre las diversas maneras de matar la libertad, no hay ninguna más homicida para la república que la impunidad del crimen o la proscripción de la virtud.” Tanto Miranda como su amigo y compatriota Simón Bolívar harían todo lo posible para liberar a su nación y a las naciones vecinas de la tiranía y la embustería.
Por ejemplo, Israel, que ha sido un socio y aliado vital en la zona de Colombia, ya no lo es gracias a que el presidente de Colombia ha hecho hasta lo imposible para destruir estas relaciones bilaterales que cumplieron más de 50 años. El negocio de la venta de carbón por parte de Colombia a Israel representaba para la nación suramericana por un aproximado de 500 millones de dólares.
Así entonces, Venezuela que ya esta bien alineada con el eje del mal, encabezado por Irán, de una u otra manera arrastró a Colombia a ese mismo lugar. Gustavo Petro era un aliado de Hugo Chávez en Colombia, y ahora lo es de Nicolás Maduro.
Por desgracia para los venezolanos, los días del terror no cesan aún, y nadie sabe cuándo cesaran o si algún día en el futuro próximo sucederá que ese régimen del terror, que utiliza la violencia para mantenerse y se mueve por medio de la mayor corrupción, podrá caer.
Asimismo, la comunidad internacional no le da mucha atención al caso venezolano, que podría convertirse en un centro importante de las nuevas guerras que se han librado ya tanto en Europa como en Medio Oriente, en especifico Rusia con Ucrania, e Israel contra Hamás y sus aliados.
La comunidad internacional no le da mucha atención al caso venezolano, que podría convertirse en un centro importante de las nuevas guerras que se han librado ya tanto en Europa como en Medio Oriente.
No se debería descuidar ni un solo momento tanto a Venezuela como a Colombia, que se alienan con dictaduras incipientes, aunque tenaces como la de Daniel Ortega en Nicaragua y la más antigua, o sea, la de Cuba.
Defender a la democracia no debe ser algo que se pase o dé por alto, debe ser una constante que los países democráticos y más desarrollados económicamente tengan como deber, aunque los enemigos de la democracia, y defensores de las tiranías y el terror lo repudien, en la natural defensa de su repugnante visión como misión.
*Politólogo, periodista y analista internacional / @rosenthaaldavid
