El continente europeo se encamina desde hace algún tiempo hacia un inminente choque entre agrupaciones irracionales que han tomado un rol importante en su sociedad, contemplando cómo ha ido cambiando la dinámica de Estado Nación, hacia una “tribalización” de las Naciones Estado. Aún los europeos, precursores de los modelos estatales actuales, están en medio de este desastre y van creando internamente sus propias zonas “separatistas” cuasi federales.
Por esta razón es que, por ejemplo, la extrema derecha se ha abierto paso en los últimos años ante el desgaste de la política en los diferentes países y los discursos incendiarios de sus líderes. Esto ha permitido que ultranacionalistas y neonazis logren importantes cuotas de poder. Quieren conservar el carácter nacional intacto, por lo cual acusan a la Unión Europea de restarles soberanía e identidad.
Al mismo tiempo, en la otra acera se encuentran los grupos islamistas radicales que han abierto sus propios espacios para generar odio contra la política de los países europeos en los que se encuentran. En muchos casos son hijos de inmigrantes de tercera generación que no se sienten acogidos por el país hacia el cual migraron sus padres, y la fijación ha contagiado también a musulmanes europeos con larga data en la zona, por lo que han tenido que cerrar filas ante el temor de que los ultras del otro sector comiencen a tomar represalias en su contra por temas como las migraciones o el temor ante una eventual “arabización” o “islamización” de la “Europa blanca y cristiana”.
De lo anterior, es importante aclarar que el país con mayor porcentaje de musulmanes en Europa es Alemania. En su mayoría son turcos o de origen turco, y porcentualmente suman 5.8% de la población de la principal potencia económica europea (4.8 millones de personas). La mayoría son sunitas de la escuela hanafí; considerada además una de las escuelas más liberales del pensamiento islámico.
Mientras tanto, Francia es el segundo país con mayoría musulmana de Europa, un alto porcentaje compuesto por magrebíes pertenecientes a la rama malikí, la segunda en antigüedad de las ramas islámicas. Es abierta en sus interpretaciones, no llegando al nivel de la hanafí, pero se ha ido radicalizando por la influencia del islam salafí proveniente del Golfo y de Egipto. Se extendió mucho gracias a agrupaciones de Medio Oriente como Al Qaeda, que al sentir su poder desplazado se movilizaron hacia las zonas de África donde los gobiernos son altamente corruptos o influenciables por la ayuda social que estas agrupaciones brindan.
Hay un tercer grupo que no es contemplado por los analistas ante los eventuales choques y la tribalización de la violencia y el desencanto popular en Europa, y son los denominados grupos de la “ultraizquierda”. Estos comparten con los dos anteriores el enojo no contenido contra la estructura estatal, principalmente contra el movimiento globalizador, las instituciones mundiales y el manejo político.
Los centros políticos, casi inexistentes o sin poder, quedan en medio, así como ocurre con las otras minorías no tienen grandes posibilidades de mediar y equilibrar la irracionalidad con la que se están afrontando los problemas actuales. Esto las obliga a tomar posición en alguno de los bandos para sobrevivir a este “darwinismo social”, aunque terminen alienados por las posturas extremas de cualquiera de las posiciones que van ganando terreno. Mientras tanto, la racionalidad se va transformando en un ideal cada vez menos efectivo.
Bryan Acuña
Licenciado en Relaciones Internacionales y especialista en Medio Oriente
First published: 14:58, 23.10.19