El discurso del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, fue correcto: su victoria no se parece a nada que Estados Unidos haya visto antes. Trump arrasó en todo el país, ganando los corazones y los votos de millones de personas. No sólo se aseguró la presidencia, sino que su Partido Republicano también se hizo con el control de ambas cámaras del Congreso, asegurando una poderosa mayoría. El trumpismo prevaleció, consolidando una gran victoria en todo Estados Unidos.
Aunque los mercados y los economistas se sorprendieron por la magnitud de la victoria de Trump, la reacción ha sido relativamente moderada. Es posible que los inversores esperen que el presidente Trump sea cauteloso a la hora de implementar plenamente sus amplias promesas económicas.
Estas promesas incluyen aranceles de hasta el 20% sobre todas las importaciones a los Estados Unidos, con aranceles aún más altos sobre las importaciones chinas; un fuerte recorte del impuesto de sociedades al 15%; reducción de los impuestos sobre las ganancias de capital; exenciones fiscales para beneficios del Seguro Social, propinas y horas extras; derogar los requisitos fiscales para los estadounidenses que viven en el extranjero; aumentar la producción de petróleo y gas natural; deportaciones masivas de trabajadores indocumentados; profundos recortes presupuestarios federales, especialmente en ayuda a Ucrania; y la extensión de su ley de reforma tributaria de 2017. Tales medidas podrían desencadenar una guerra comercial mundial, lo que supondría una amenaza significativa para la estabilidad económica internacional.
Sin embargo, cuando se trata de Trump, las predicciones deben hacerse con cuidado. (Yo también aprendí esa lección la noche de las elecciones, ya que había anticipado erróneamente una victoria de la vicepresidenta Kamala Harris. Disculpas a los lectores.)
Según los pronósticos detallados de Goldman Sachs, las políticas de Trump podrían producir un panorama económico mixto: una modesta reducción del déficit federal entre el 1% y el 1,5% del PIB, un pequeño impulso en los índices bursátiles y un crecimiento ligeramente más rápido.
Por otro lado, es probable que se produzcan presiones inflacionarias, un aumento de la desigualdad económica, un dólar demasiado fuerte y complicaciones en el comercio internacional. Goldman Sachs también prevé importantes retrocesos regulatorios, ya que se espera que el principal financista de la campaña de Trump, Elon Musk, lidere un esfuerzo nacional para racionalizar el gobierno.
¿Las implicaciones para la economía de Israel? Eso depende, en primer lugar, de la voluntad de la administración Trump de continuar con su nivel sin precedentes de apoyo militar. Si bien Trump ha expresado planes para recortar la ayuda exterior, sigue siendo incierto si esto afectará la ayuda a Israel, o cómo lo hará.
Es poco probable que sus aumentos de aranceles planeados, que no entrarían en vigor durante meses, creen desafíos sustanciales para los exportadores israelíes. Sin embargo, los fuertes recortes de impuestos corporativos y las reducciones sobre las ganancias de capital podrían alentar a algunas grandes corporaciones con inversiones en Israel a traer partes de sus operaciones de regreso a los Estados Unidos.
En última instancia, sobre la base de la experiencia pasada, es probable que las relaciones económicas entre el gobierno de Netanyahu y la administración Trump sean sólidas. Netanyahu se apresuró a felicitar a Trump por su "regreso histórico" a la Casa Blanca, y la Bolsa de Valores de Tel Aviv ya está reflejando la noticia.
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El presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, junto al primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu.
(Gettyimages )
En un número especial de la revista New York Magazine, una ilustración resumió el estado de ánimo de millones de estadounidenses, y de muchos israelíes. Representaba a un hombre al borde de un profundo abismo, al que un amigo le preguntaba: "Entonces, ¿cómo te va?" ¿Qué se siente al estar a un paso de caer? Horas después de que se publicara la ilustración, quedó claro que el Estados Unidos liberal no está a un paso del límite, sino que ya ha caído.
Por ahora, al menos, los liberales estadounidenses ven la victoria de Trump como una amenaza a la democracia y un paso hacia el autoritarismo, al igual que los temores que muchos israelíes sintieron después de que Netanyahu destituyó al ministro de Defensa, Yoav Galant. La política arraigada en la división y el resentimiento parece haber ganado, y las puertas al gobierno de partido único se están abriendo de par en par.
