La respuesta israelí a los recientes ataques de Hamás con globos incendiarios desde Gaza es incompatible con las promesas de los jefes del sistema de Defensa después de la operación Guardián de los Muros.
Tras el cese de fuego Benny Gantz, ministro de Defensa, y el entonces primer ministro Benjamín Netanyahu prometieron un cambio en las reglas de juego respecto a cualquier tipo de ataque al territorio israelí. Pero el bombardeo mesurado a campos de entrenamientos vacíos de Hamás fue otra de esas reacciones que no logra impresionar a los gazatíes.
Antes de la última escalada el gobierno y las FDI también solían contenerse ante el lanzamientos de globos incendiarios a campos del sur de Israel. El argumento, injustificado, es que los daños provocados por esos globos era menor y no valía la pena correr el riesgo de una escalada por ello.
Pero esta moderación fue interpretada por Hamás como una debilidad que erosiona el poder de disuasión israelí. Así fue como el mes pasado Hamás y la Yihad Islámica se atrevieron a amenazar a Israel con un ultimátum respecto a Jerusalem, lo que derivó en la operación Guardián de los Muros.
La respuesta israelí a los globos incendiarios lanzados desde Gaza fue relativamente rápida, pero no lo suficiente, y su efecto es limitado. El ataque aéreo decidido por el primer ministro Naftalí Bennett y el ministro de Defensa, Benny Gantz, está lejos de lograr la disuasión que el propio Gantz y Netanyahu se habían comprometido a establecer.
Esta acción de las FDI solo favorece a la ecuación que Hamás busca imponer: si Israel no se somete a las demandas islamistas de Hamás en Jerusalem, los judíos que viven cerca de Gaza pagarán un precio material y psicológico. Del mismo modo, también, el gobierno israelí fue forzado a cambiar la ruta de la Marcha de las Banderas.
Esta moderación fue interpretada por Hamás como una debilidad que erosiona el poder de disuasión israelí.
Es cierto que el Ministerio de Seguridad Interior y la policía hicieron bien en cambiar el recorrido para evitar provocaciones de extremistas judíos contra palestinos que viven en Jerusalem Este. Pero Hamás, como de costumbre, presentó esta medida como una rendición a sus demandas. Así, Sinwar y Hamás volvieron a justificar su creciente popularidad en la calle palestina.
Se podría haber hecho de otra manera. Por ejemplo, con aviones de la Fuerza Aérea despegando inmediatamente después del lanzamiento del primer globo. O a través de un mensaje inmediato a Hamás llamando a detener los ataques, a costa de sufrir una bomba precisa en un objetivo sensible de Gaza si la conducta del grupo terrorista no cesaba. Eso habría dejado en claro al liderazgo terrorista que las reglas de juego realmente habían cambiado después de la última escalada, y que los ataques con globos también cuestan caro.
Para ser justos, cabe señalar que hay al menos tres razones que justifican esta respuesta israelí moderada y débil. El primero es la falta de interés del Estado de Israel de iniciar un intercambio de disparos ahora, por más breve que sea, ya que podría perturbar la vida y economía de los israelíes, afectará a los costos del arsenal de la Fuerza Aérea y probablemente hubiera generado críticas internacionales, inclusive desde Washington.
El segundo motivo está relacionado con la Casa Blanca: la administración Biden está tratando de que se mantenga la calma en Medio Oriente para ocuparse de sus conflictos con China y Rusia, y pidió colaboración a Israel en este sentido. Y la tercera razón, tal vez la principal, es la intención de darle una oportunidad a los esfuerzos de mediación de Egipto.
Abbas Kamel, jefe de inteligencia egipcio, trabaja arduamente para lograr entendimientos a largo plazo con Hamás, que incluyan la rehabilitación económica de la Franja de Gaza y la ayuda a sus residentes para satisfacer sus necesidades básicas. A cambio, debería prevenirse la intensificación de las organizaciones terroristas en Gaza, y cristalizarse avances para un acuerdo de prisioneros razonable para Israel.
El gobierno también actuó con moderación en parte porque el nuevo gobierno recién comenzó a funcionar y el gabinete todavía no se reunió para discutir las políticas respecto a Gaza. Pero no habrá que esperar mucho para saber si el liderazgo israelí repite errores del pasado o si realmente logra cambiar la ecuación.
La próxima prueba puede llegar muy pronto: si Israel insiste en bloquear la entrega de dinero de Catar directamente al dominio de Hamás, y si no se retracta en insistir en sus demandas mediadas por Egipto (intensificación del terrorismo e intercambio de prisioneros) como condición para permitir la reconstrucción de Gaza, es posible que Hamás y la Yihad Islámica busquen presionar a través del disparo de cohetes y globos incendiarios.
Esa será la próxima oportunidad para que el gobierno israelí imponga las nuevas reglas de juego en Gaza. Es una acción necesaria, así requiera otra ronda de combates o genere críticas a Israel en la arena internacional.