El informe publicado el jueves en el Washington Post sobre una administración interina en la Franja de Gaza, acordado por Israel y Hamas si se materializa un acuerdo, estaría señalando un cambio significativo, en caso de que ello suceda. En primer lugar, indica que Israel se toma en serio el fin de la guerra como parte del acuerdo de rehenes propuesto y está preparado para la transición al "día después" mientras Hamás renuncia a su gobierno civil de la Franja después de la guerra, cumpliendo así, al menos sobre el papel, uno de los objetivos de guerra de Israel: el colapso del gobierno de Hamás en Gaza.
Según el Washington Post, se espera que este cambio ocurra a partir de la segunda fase del acuerdo, donde se liberaría a los rehenes jóvenes, incluidos los miembros del escuadrón de emergencia, los soldados y los jóvenes en edad de reclutamiento que fueron secuestrados de la fiesta Nova. En la tercera fase, los cuerpos de los rehenes serían devueltos, y Hamas –si el informe es cierto– ya no sería el gobernante civil en Gaza.
El informe fue escrito por David Ignatius, el comentarista político principal del Washington Post, quien es considerado altamente confiable. Dice que Hamás ha accedido a ceder el control civil de la Franja, que se transferirá temporalmente a elementos palestinos que no son ni Hamás ni representantes de la Autoridad Palestina del presidente Mahmoud Abbas, sino personas confiables que ya han sido investigadas por Israel. Ignatius enfatiza que Israel no asumirá el control de Gaza bajo ninguna circunstancia, lo que significa que la opción de un gobierno militar israelí temporal en la Franja está fuera de discusión. En consecuencia, los planes de reasentamiento en Gaza por parte de figuras de extrema derecha como el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, y el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, no pueden llegar a buen término.
La identidad de estos elementos palestinos sigue sin estar clara y es probable que todavía se esté negociando. Sin embargo, es probable que se trate de ex funcionarios de la Autoridad Palestina, residentes de Gaza que operaron bajo los gobiernos de Yasser Arafat y Abbas hasta que Hamas tomó el control de la Franja en julio de 2007. Estas personas son simpatizantes del movimiento Fatah y siguen recibiendo salarios de la Autoridad Palestina a pesar de que la mayoría de ellos están desempleados (Hamás los reemplazó con su propia gente como jefes y trabajadores de los mecanismos de administración civil en la Franja).
Miles de estos gazatíes que se identifican con Fatah trabajarán, según este esquema, en las instituciones de la administración civil de la Franja, supervisando la educación, la salud y la infraestructura, entre otras tantas áreas. En particular, Hamás insinuó hace varios meses en entrevistas con periodistas árabes que la organización terrorista ya no desea gobernar Gaza. Incluso durante la guerra, los líderes de Hamás dijeron que "no necesariamente tienen que encabezar la administración civil de la Franja".
Detrás de este concepto se encuentra la intención de Hamás de imitar el modelo operativo de Hezbolá en el Líbano. Si no gobierna y no es responsable del bienestar y las necesidades de la población civil, puede concentrar e invertir todos sus recursos en la "resistencia", lo que significa prepararse para la guerra con Israel. Como la fuerza militar más fuerte de Gaza, esencialmente dicta lo que sucede entre bastidores, con funcionarios civiles que actúan como sus ejecutores. Así es como opera Hezbolá en el Líbano, y esto es lo que Hamás prevé para Gaza después de la guerra, de ahí su voluntad de renunciar al control civil.
Según el esquema publicado por el Washington Post, junto a la administración civil habrá una fuerza de seguridad financiada y operada por Estados Unidos y países árabes como Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Jordania y posiblemente otros como Marruecos. Es crucial entender que no se tratará de una fuerza de mantenimiento de la paz como la FPNUL en el sur del Líbano, sino de una fuerza policial que no estará formada por soldados estadounidenses. Tampoco se espera que participen soldados árabes y estará compuesto por mercenarios contratados por empresas de seguridad privadas estadounidenses y de otros países para salvaguardar la ayuda humanitaria, supervisar su distribución, evitar saqueos y realizar tareas policiales generales y de aplicación de la ley en la Franja.
Externalización de la seguridad
En Irak, por ejemplo, después de que las fuerzas aliadas derrocaron a Saddam Hussein en 2003, la administración estadounidense trajo unidades de mercenarios de la República de Georgia y de países sudamericanos como Colombia. Los soldados polacos y de otros países también protegían las instituciones gubernamentales y las instalaciones estadounidenses en Irak hacían cumplir la ley y el orden. Este parece ser el modelo que Estados Unidos pretende implementar en Gaza. También hay que tener en cuenta que Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos emplean regularmente mercenarios extranjeros en sus ejércitos, algunos de Pakistán, otros de Jordania y otros de Colombia.
Es probable que se trate de la fuerza de seguridad en cuestión. Los estados árabes ricos proporcionarán la financiación y la legitimidad internacional, y posiblemente también los comandantes dentro de esta fuerza y los nuevos mecanismos de seguridad en la administración de la Franja, pero no serán unidades regulares de los ejércitos árabes estacionados en Gaza.
Una pregunta apremiante en este contexto es quién se asegurará de que Hamás no reconstruya sus fuerzas militares bajo los auspicios de la nueva administración civil y militar, que no excave túneles, no produzca armas o realice su ambición de convertirse en Hezbolá en la Franja de Gaza. La respuesta, según el plan israelí, es que las FDI, en la tercera fase de los combates, después de que termine la guerra, llevarán a cabo redadas y mantendrán la libertad operativa y de inteligencia en Gaza para localizar y atacar los esfuerzos de Hamás y la Jihad Islámica para reorganizarse.
Las FDI, como lo hacen actualmente en Cisjordania en coordinación con la Autoridad Palestina, recopilarán información de inteligencia y llevarán a cabo redadas. El Shin Bet funcionará principalmente como una unidad de inteligencia y contraterrorismo, mientras que las FDI lanzarán ataques. Es evidente que debe haber una estrecha coordinación entre las FDI y las nuevas fuerzas de seguridad y de la administración civil que reemplazarán a Hamas en la Franja.
La negociación de este acuerdo estará plagada de dificultades y obstáculos, ya que el diablo siempre está en los detalles. Sin embargo, si este plan del "día después de la guerra" se materializa, Israel ya no tendrá que implementar su plan de burbujas humanitarias. Hamás ya no gobernará Gaza desde un punto de vista civil, con la esperanza de permitir que el establecimiento de defensa de Israel asuma el control total de la frontera y permita que los residentes del sur que viven a lo largo de la frontera con Gaza regresen a casa. Es de esperar que este esbozo se desarrolle en negociaciones y que el escalón político garantice su aplicación tal y como está redactada y prevista.
