A lo largo de la empinada cuesta que conduce a la Puerta de Damasco de la Ciudad Vieja de Jerusalem, en las escaleras de piedra, hay una encrucijada.
A la derecha, hay un callejón que lleva a la Iglesia del Santo Sepulcro, y a la izquierda, un camino hacia el Barrio Musulmán, y desde allí, hacia el Monte del Templo y el Muro Occidental.
El cruce fue escenario de una fuerte batalla este domingo, durante la Marcha de las Banderas del Día de Jerusalem .
Masas de chicos religiosos, alumnos de escuelas e instituciones religiosas sionistas, marcharon hacia la Puerta de Damasco, vestidos de blanco.
Un grupo de 30 jóvenes palestinos los esperaban a ambos lados de la calle. "Am Yisrael Chai (El pueblo de Israel vive)", cantaban los jóvenes judíos mientras marchaban, con la cabeza y las manos en alto.
Algunas de las manos levantadas, sin embargo, pasaron a ser puños cerrados y dedos medios levantados, mientras que algunos de los eslóganes nacionalistas se convirtieron en discursos de odio.
"Mahoma el cerdo", "El Shem es el Rey" y "Shuafat arderá", una referencia al secuestro y asesinato de Mohammed Abu Khdeir, del barrio de Shuafat, en Jerusalem Este, por parte de los judíos.
"Allahu Akbar", gritaron los palestinos en respuesta. Los gritos se convirtieron en maldiciones e insultos en árabe y en escupitajos hacia los manifestantes judíos. Cada pocos minutos estallaba una trifulca diferente.
A las 2 de la tarde, propietarios de las tiendas se dieron cuenta de que nada bueno saldría de ese día y empezaron a cerrar sus negocios, uno tras otro.
Luego, rogaron a la policía que interviniera, y cuando se dieron cuenta de que sus peticiones no tendrían resultado, guardaron su mercancía y dieron por terminado el día.
La gran presencia policial evitó que se perdiera el control y todas las reyertas se extinguieron en cuestión de minutos.
Las fuerzas armadas corrían arriba y abajo por los callejones, tratando de recuperar el aliento entre los enfrentamientos.
Tanto los judíos como árabes maldecían a los policías, mientras los agentes intentaban mantener el tráfico de personas en movimiento.
"A ver si se atreven a venir sin la policía", decían los palestinos a los judíos de derecha y expresaban su enfado por las consignas racistas que les dirigían.
Junto con la protección de la policía, los grupos judíos confiaron en su número para protegerse de cualquier daño. Marchaban en manadas de diez o veinte personas a la vez. Algunos de los chicos no tenían más de 13 años, apenas adolescentes.
Varios llevaban tefilín, tal vez con la esperanza de que el atuendo religioso les protegiera de ser acuchillados o escupidos. "Venganza", gritaban los jóvenes mientras bajaban por el camino de la Ciudad Vieja.
Más tarde, los hinchas del equipo Beitar y miembros del movimiento de extrema derecha Lehava, llegaron marchando, gritando "Muerte a los árabes".
Los paramédicos de la Media Luna Roja Palestina y otro personal médico con chalecos naranjas estaban dispersos por los callejones, preparados para atender a palestinos heridos. Por otro lado, los paramédicos de Magen David Adom también estaban presentes, listos para atender a los judíos.
Según datos de la policía, más de 20 mil personas visitaron el último domingo el Muro de los Lamentos, la mayoría entró por la Puerta de Damasco, y una minoría por la Puerta de Jaffa.
Aunque algunos fueron a incitar a los disturbios, la realidad es que fue una minoría entre la multitud mayoritariamente joven que acudió al evento. Los demás, estaban ahí para celebrar el Día de Jerusalem y enviar un mensaje.
Jerusalem es la capital de mi Estado y de mi nación. Es una ciudad importante y fascinante. Merece un día especial cada año, para honrarla. Es una pena que algunos de nuestra nación, los colonos y sus partidarios, se apoderaran de este día y lo hayan hecho suyo.
La mayoría de los participantes eran judíos religiosos sionistas de derecha. Es su derecho, nadie puede discutirlo. Pero reclamar la propiedad tiene precio.
Además de ser un motivo de celebración, el Día de Jerusalem es una razón para incitar: desafiar al gobierno por no ser lo suficientemente de derecha para su gusto, y sobre todo oponerse a la presencia de árabes en Jerusalem y Cisjordania.
El odio hacia los árabes sustituyó al amor hacia Jerusalem. Y, de hecho, la Ciudad Vieja parecía el domingo una ciudad ocupada: las tiendas cerradas, la gente de uniforme inundaba las calles y el odio era predicado por la mayoría.
En un acto celebrado anteriormente en la ciudad mixta de Lod, vi autobuses llenos de jóvenes judíos religiosos, procedentes de los asentamientos de Cisjordania, que fueron conducidos allí para participar en una Marcha de las Banderas similar, sólo un año después de que disturbios raciales dejaran en shock la ciudad.
Aunque los actos de este año se desarrollaron sin problemas en comparación con los del año pasado, el propósito de la marcha era claramente provocar a los árabes, el Día de Jerusalem era sólo una excusa.
Los veteranos paracaidistas más antiguos se acercan a los 80 años. Ninguno de ellos bailó o celebró en la colina, sino que conmemoraron a los soldados caídos, las penurias de las batallas y el esfuerzo por honrar vidas humanas incluso en tiempos de guerra.
Existe un profundo abismo entre lo que ocurrió en la Colina de la Munición y los acontecimientos de las Puertas de Damasco, una brecha que ningún baile o desfile podría compensar.