Sendero de Ein Avdat en el sur de Israel.

Diez recorridos a pie para admirar los paisajes del desierto de Israel

El otoño es la mejor época para recorrer el sur a pie. Esta lista reúne recomendaciones para disfrutar de accidentes naturales y maravillosos senderos.

Brian Blum, israel21c - Adaptado por Rubén Pereyra |
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El mejor momento para hacer caminatas en los desiertos del Néguev y la Aravá es el otoño. Puede que haga algo de frío en el norte pero la temperatura es perfecta para escalar las escarpadas montañas del sur de Israel luego del ardiente verano, según una recopilación de fotos y lugares realizadas por el sitio es.israel21c.org.
Con espíritu de primavera de cara a la temporada otoñal, presentamos una selección de las 10 mejores caminatas por los paisajes desérticos de Israel.
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Desierto de Israel
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Sendero de Ein Avdat en el sur de Israel.
(Nissan Hananya)

Esta es la excursión por excelencia de los aventureros que se alojan en la Escuela de Campo de Eilat. Al este del establecimiento se halla el extremo sur del Sendero Nacional de Israel de unos mil kilómetros.
La institución educativa está en el camino que conduce a la frontera egipcia en Taba.
El recorrido comienza con un ascenso bien empinado (al nivel del mar y luego sube de forma directa) que no es particularmente bello que pero una vez que se alcanza la cima, la recompensa es una vista panorámica espectacular de toda la zona del Mar Rojo. De hecho, desde allí arriba es posible ver cuatro países desde un solo punto de vista: Israel, Jordania, Egipto y la punta de Arabia Saudita.
Con la vista regocijando los ojos, los excursionistas tienen varias opciones para el descenso. Si eligen la opción más larga (cerca de cuatro horas), finalizarán cerca de Taban, donde pueden tomar un autobús o un taxi de regreso al automóvil aparcado.
2. Pilares de Amram
No es necesario recorrer todo el Sendero Nacional de Israel para conocer algunos de sus tramos más lindos. Conduciendo unos 15 minutos hacia el norte desde Eilat por la autopista 90, hay que girar hacia los Pilares de Amram. En otro cuarto de hora, hay que andar un camino de tierra lleno de baches.
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Desierto de Israel
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Los Pilares de Amram son una formación rocosa natural al final de un pequeño cañón.
(Brian Blum)
Para este recorrido es necesario el uso de dos automóviles: cuando la carretera se bifurque, hay que conducir unos tres kilómetros a la izquierda y estacionar cerca del Cañón Negro. Luego se debe doblar hacia atrás y dejar el otro automóvil cerca de los Pilares de Amram, una formación rocosa natural al final de un pequeño cañón.
El traslado de ida y vuelta de los autos puede demorar hasta una hora, así que hay que incorporar ese lapso al tiempo total de caminata.
Luego de ver a los majestuosos pilares, se puede continuar por el monte Amir hasta la cima, donde es posible disfrutar de unas vistas increíbles. A medida que se desciende, hay que tomar el sendero nacional hacia el sur para llegar al otro automóvil.
Una ruta alternativa pasa por un cañón lleno de antiguas minas de cobre y pozos de excavación. Toda la excursión dura alrededor de tres horas.
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El circuito del Cañón Negro dura cerca de dos horas.
(Brian Blum)

3. El Cañón Negro
Aquí hay que seguir las mismas instrucciones que para los Pilares de Amram y dejar el automóvil al final del cruce en dirección sur. El Cañón Negro –de un kilómetro de largo– está repleto de formaciones de piedra de basalto gris y negro, tiza de piedra caliza blanca y estrechos pasadizos por los que es divertido escalar y deslizarse. Hay sombra también al mediodía.
El Cañón Negro es un recorrido circular y la mejor forma de transitarlo es desde la parte trasera, para deslizarse por los pasillos en lugar de escalar (ésta también es una opción, si va con los gustos de cada uno). Es posible completar el circuito en aproximadamente dos horas. Si lo que reina es la ambición de conocer más, vale la pena agregarlo a la visita a los Pilares de Amram.
4. El Cañón Rojo
Hay que viajar al norte desde Eilat por la autopista 12 hasta ver las señales del Cañón Rojo, que es, como su nombre lo indica, de color rojo por la arenisca de Nubia. Se empieza por descender hasta el cañón –hay varios puntos con escaleras– y se debe estar preparado para un “atasco de tráfico” en los períodos pico de caminatas porque el cañón no es lo suficientemente ancho para permitir que pase más de una persona pase a la vez.
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El color rojo de este cañón de debe a las areniscas de Nubia.
(Brian Blum)
En sí, el cañón es relativamente corto. El resto del paseo por Najal Shani es menos pintoresco y sin sombra, pero tiene un final desafiante que consta de una subida empinada para poder disfrutar de unas vistas increíbles de Egipto.
Este es un sendero circular que toma tres horas. Cuando se regresa al automóvil, es bueno aprovechar el furgón de helados que suele estar allí estacionado.
5. Parque Tinma
Hay tanto que hacer y ver en el Parque Timna –junto a la autopista 90, al norte de Eilat– que el mejor consejo es llegar bien temprano a la mañana. Una vez allí, hay que coger un mapa para visitantes en la entrada y decidir qué es lo que interesa recorrer.
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Los Pilares de Salomón en el Parque Tinma.
(Shutterstock)
Se puede conducir hasta los Pilares de Salomón, dos formaciones rocosas con siglos de antigüedad que adquirieron su forma debido a la erosión hídrica a través de fracturas en el acantilado de arenisca.
Lo mejor es caminar y observar todos los rincones y recovecos, pero también es genial seguir un camino más desafiante (unas cuatro horas) que pasa por encima de los pilares y que regala magníficas vistas. Son apenas cuatro kilómetros pero hay algunas subidas y bajadas empinadas a las que prestarles atención.
Si se busca una caminata más familiar, hay que visitar el Cañón Rosa que conduce a la “Cueva Romana”, una antigua estructura con una inscripción nabatea funeraria.
Más simple es la recorrida de 45 minutos hasta la colina Boreg. En Timna hay que abonar una tarifa de entrada, por lo que regresar durante varios días puede resultar costoso.
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Una caminata corta y muy bonita para comenzar cerca de la tumba de David Ben Gurion.
(Shutterstock)

6. Parque Nacional Ein Avdat
De camino a Mitzpé Ramon o Eilat, muchos visitantes del sur de Israel hacen una peregrinación a la tumba de David Ben Gurion, el primer jefe de gobierno del país.
En el kibutz Sde Boker hay una breve pero encantadora caminata que comienza junto a la tumba en Ein Avdat, un cañón lleno de sorprendentes manantiales y cascadas. Es un oasis escondido en el desierto.
Ein Avdat lleva el nombre de la ciudad nabatea que se encontraba en la antigua ruta de las especias. En el sendero, que es parte de Najal Zin, se pasa por varias cuevas que fueron usadas por los monjes bizantinos a partir del siglo VI, así como por un observatorio en el extremo superior.
Allí es posible cruzarse con ejemplares de la cabra montés local. La caminata de una hora se puede hacer en una sola dirección, por lo que, si se puede, es mejor aparcar un segundo el automóvil en el segundo estacionamiento al final para ahorrarse el hecho de tener que caminar de regreso por la carretera menos pintoresca sobre el cañón.
7. Najal Peres
Najal Peres es la caminata más desafiante ya que toma entre seis y ocho horas completarla e incluye algunas subidas empinadas. Este es un clásico de Israel que incluye acantilados desérticos, cascadas y pozos de agua.
Se necesitan dos automóviles para esto: lo ideal es aparcar uno en la estación de servicio donde se encuentran las carreteras 90 y 25 y el otro al comienzo de la caminata, a 13 kilómetros, por la autopista 25.
Los pozos de agua son un desvío a unos seis kilómetros del sendero. Vale la pena conocerlos e incluso es posible nadar si hace suficiente calor.
Antes del ascenso final fuera del cañón, se recomienda caminar algo más hacia una “ventana” que da a una cascada con una vista increíble. Si sólo se cuenta con un automóvil, también es posible volver por el sendero negro justo después de los pozos de agua.
8. Reserva Natural de Pura
Si bien la recomendación de esta lista es hacer senderismo en otoño, la Reserva Natural de Pura es ideal para ser recorrida en primavera, por la cantidad de flores que crecen sólo en esa época del año.
Las flores son raras en la mayor parte del desierto pero no así en la Reserva Natural de Pura (“Shmurat Pura”, en hebreo) ubicada en el extremo norte del Néguev. El sitio cuenta con un estacionamiento junto a la autopista 40, justo al sur de donde se une con la autopista 6 y al norte del cruce de Kama.
El recorrido tarda unas cuatro horas y en su mayoría es llano pero hay una subida a Tel Nagila, un asentamiento que se fundó en el período Calcolítico.
En la zona es posible ver los restos de un puente ferroviario turco que alguna vez unió Beersheva con Lod. También hay un lago estacional, una presa y muchas anémonas rojas.
Para completar la exótica experiencia en la misma zona con menos “riegos”, se recomienda conocer la granja Philip, que ofrece recorridos en carruajes tirados por mulas.
9. Ein Saharonim
Las dos últimas caminatas de nuestra lista se encuentran en el cráter Ramon. Para recorrer ambas hay que conducir hacia el campamento de Be’erot junto a la autopista 40 en el medio del cráter.
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Ein Saharonim es una caminata desafiante pero hermosa.
(Brian Blum)
Be’erot también tiene una tienda beduina donde se sirve café, té y otros refrescos. Para el primer recorrido –el más sencillo– hay que seguir manejando otros tres kilómetros hasta el estacionamiento de Ein Saharonim. Allí hay una vieja estación de pesaje nabatea y un manantial, que es también el lugar donde es más probable ver animales en busca de agua.
Un antiguo caravasar nabateo (fuerte) se encuentra allí cerca y se puede explorar antes de emprender la caminata en sí, un sendero de dos a tres horas en Parsat Nekarot (la “herradura”).
El pintoresco circuito serpentea a través de piedra caliza blanca del cañón de Nekarot. Al final se vuelve al estacionamiento de Ein Saharonim.
10. Monte Ardon
Si lo que se busca es un recorrido más largo (unas siete horas) y desafiante en el cráter Ramon, es bueno acampar en Be’erot pero luego dirigirse al monte Ardon.
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Una espectacular vista sobre el cráter Ramon.
(Shutterstock)
Es una caminata hermosa pero empinada, lo que hace que sus 11 kilómetros parezcan mucho más largos.
Se recomienda empezar bien temprano al amanecer. La cima del monte Ardon se encuentra en el corazón del cráter y ofrece impresionantes vistas de arena multicolor desde todos los lados.
A 702 metros sobre el nivel del mar, el monte Ardon es lo que los geólogos llaman una “inversión de relieve”: originalmente no era una montaña sino un valle. Con el tiempo, las montañas circundantes fueron arrasadas por la lluvia y la erosión, dejando solo el antiguo valle de Ardon como el punto más alto de la zona.
El descenso desde la cima puede ser resbaladizo así que mejor tomárselo con calma.
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