La sensación colectiva de trauma se inculcó en la mente de la mayoría de los israelíes, al ver las imágenes devastadoras que emergen de los campos de exterminio de Be'eri, Kfar Aza y otras pequeñas comunidades que rodean la Franja. Los dos meses siguientes le enseñaron mucho al país. Quizás una de esas habilidades no reconocidas es la importancia de regular nuestro consumo de contenido, ya que la masacre y la guerra que siguió nos saturaron con tanto contenido digital, que fue realmente difícil determinar la veracidad de cada clip, imagen o mensaje que inundó nuestras pantallas.
Había que encontrar un equilibrio entre querer estar actualizado con los últimos detalles pertinentes y consumir tanto que podría infligir un daño irreparable a nuestra psiquis.
El último documental de producción nacional, llamado #Nova, trata sobre los acontecimientos de aquel sábado fatídico. Éste no es un festín de testimonios de segunda mano, sino más bien 212 videoclips capturados en el lugar, muchos de los cuales nunca hubiéramos podido conocer sin las imágenes de GoPros y teléfonos inteligentes que estuvieron omnipresentes en nuestra vida cotidiana. Esta película es una creación de Dan Pe'er, quien se encontró trabajando como voluntario en Tel Aviv, justo cuando la guerra estaba en marcha, durante la cual estuvo expuesto a tanto contenido grabado, que lo reunió todo y editó lo que promete para ser el metraje más fascinante, emocionante y repugnante jamás realizado.
Esto incluye conversaciones telefónicas grabadas, videoclips y correspondencia de WhatsApp de aquellos que se encontraron corriendo para salvar sus vidas, en el Nova Music Festival, cuando cientos de terroristas armados de Hamás irrumpieron en el lugar con armas automáticas y masacraron a tantos como pudieron.
Como era de esperar, la película se presenta con lo que para muchos podría constituir un descargo de responsabilidad muy necesario, ya que muchos no tendrán el estómago para ver escenas tan gráficas y viles, que harían que los más endurecidos se sintieran sacudidos hasta la médula.
Los eventos representados están ordenados cronológicamente, incluida la preparación de la fiesta, los aspectos más destacados y los primeros momentos en que los asistentes sintieron que algo andaba mal, con bombardeos de cohetes y todo. Luego, por supuesto, vino la masacre en sí.
La estampida fue tan caótica y desorganizada como cabría esperar; la gente huyó instintivamente del tiroteo, sin saber que se dirigían hacia un grupo adicional de terroristas armados.
Las imágenes contienen, además, videos en primera persona de los propios terroristas, llenos de ira asesina y el deseo abrumador de infligir daños indescriptibles a civiles inocentes.
Ver esta película, de principio a fin, no es para personas débiles de corazón. Los jóvenes llorando a sus padres, la impotencia de los padres cuando se vieron obligados a escuchar cómo perseguían a sus hijos... Es la definición misma de lo desgarrador.
Y esa misma impotencia deja algunas preguntas increíblemente difíciles: ¿dónde estaba el ejército? ¿Dónde estaba la policía? Para empezar, ¿cómo obtuvieron esos terroristas ese tipo de acceso? Ésta no es, de ninguna manera, la primera masacre que ocurre, pero muy posiblemente sea la más documentada.
Dos meses no es un período de tiempo particularmente largo para digerir un evento de esta magnitud, y los videoclips de primera mano de la escena en sí no ocurren con mucha frecuencia, lo que marca a esta película como algo adelantada a su tiempo. Los acontecimientos todavía se repiten en nuestras cabezas, sin importar las noticias y las redes sociales.
Esto ni siquiera está cerca de terminar, ya que la gente todavía lucha en las camas de los hospitales y la mayoría de los secuestrados aún está en cautiverio dentro del enclave, sin conocerse su paradero exacto.
En cierto modo, este film se erige como uno de los documentos de defensa más eficaces en la lucha contra la desinformación y el antisemitismo de Hamás, en general. En un juicio, esto sería una prueba irrefutable para la fiscalía, que busca un veredicto de culpabilidad para la organización terrorista y la restitución adecuada para sus propios clientes. En este caso, el pueblo israelí.