Silicom Ltd., una empresa israelí especializada en redes e infraestructura de datos, se ha convertido en el centro de atención geopolítica tras las explosivas acusaciones del grupo de hackers iraní Handala. El grupo afirma haber violado los sistemas de Silicom y afirma que la compañía sirve como tapadera para la Unidad 8200, la división de inteligencia cibernética de élite de Israel, y el Mossad, la agencia nacional de inteligencia. Silicom cotiza actualmente en el Nasdaq con una capitalización de mercado de 90 millones de dólares.
Handala alega que se infiltró en la red aislada de Silicom durante meses, accediendo a 40 terabytes de datos, incluidos correos electrónicos confidenciales, documentos financieros, materiales de investigación y desarrollo y grabaciones de llamadas. El grupo afirma haber borrado los datos de los servidores de Silicom, dejando a la empresa sin copias de seguridad y manteniendo el control exclusivo sobre la información robada.
Handala afirmó además que la alta dirección de Silicom incluye a oficiales de alto rango de las agencias de inteligencia israelíes y que la empresa desempeña un papel clave en el diseño y la implementación de sistemas de vigilancia electrónica con fines militares.
En respuesta, Silicom emitió una declaración pública para distanciarse de cualquier conexión con los cuerpos militares o de inteligencia israelíes. La compañía aseguró a los inversores y partes interesadas que opera como una empresa privada y comercial y que se centra únicamente en proporcionar soluciones de red de alto rendimiento para los mercados globales de centros de datos y nubes. "Hemos activado a expertos en ciberseguridad internos y externos para abordar la situación", se lee en el comunicado, al tiempo que enfatiza que se está llevando a cabo una evaluación completa del incidente.
Silicom emitió una declaración pública para distanciarse de cualquier conexión con los cuerpos militares o de inteligencia de Israel.
El momento del ciberataque, en medio de un aumento de las tensiones regionales, subraya la compleja interacción entre la política y la ciberseguridad. Silicom ha tenido que contrarrestar no sólo las amenazas operativas, sino también el daño a la reputación derivado de las acusaciones.
Si bien los detalles de la violación siguen sin verificarse, el incidente arroja luz sobre la vulnerabilidad incluso de las empresas de tecnología avanzada a las operaciones cibernéticas sofisticadas. Para Silicom, el reto no consiste sólo en abordar las preocupaciones inmediatas en materia de seguridad, sino también en reafirmar su posición como entidad independiente y no alineada frente a las reclamaciones por motivos políticos.