La empresa emergente israelí WeSpace figura entre las cinco seleccionadas para participar en el programa ESRIC, una iniciativa conjunta de fomento de empresas emergentes del sector espacial organizada por el gobierno luxemburgués y la Agencia Espacial Europea (ESA).
Las empresas que alcanzaron esta fase reciben tres meses de tutoría para el desarrollo de productos y, al final del proceso, se elegirá una que recibirá la subvención económica y ayuda para establecer sus operaciones dentro de Luxemburgo, que en los últimos años lleva apoyando cada vez más a las empresas relacionadas con el sector espacial.
WeSpace está desarrollando drones autónomos sobre la superficie lunar que emplean propulsión por cohetes, ya que otras formas de vuelo no son posibles allí debido a la falta de atmósfera. El desarrollo de estos vehículos aéreos, bautizados como "Hoppers", está dirigido por Yigal Harel, antiguo jefe del programa espacial de SpaceIL, la organización israelí sin ánimo de lucro que intentó alunizar en 2019, pero se estrelló durante su intento de aterrizaje.
Harel ahora se desempeña como CTO de WeSpace Technologies, junto a su cofundador Yifat Feffer, quien se desempeña como CEO.
"La gran ventaja de nuestros drones es el sistema de navegación, vuelo y guía, que permite el vuelo autónomo incluso sin comunicación directa con la Tierra o con la infraestructura en la Luna", comentó Harel al sitio web del Instituto Davidson. "Ésta es nuestra principal propiedad intelectual, y se trata de un sistema flexible que puede adaptarse fácilmente a diferentes trayectorias de misión y a drones de distintos tamaños", agregó.
La empresa planea construir drones propulsados por combustible limpio, a base de agua enriquecida con oxígeno. El plan es producir tres tamaños de drones, desde unos pocos kilos hasta cientos de kilos. Estos versátiles vehículos se encargarán de cartografiar la superficie lunar, evaluar su permeabilidad y accesibilidad para vehículos con ruedas, identificar posibles lugares de aterrizaje y, sobre todo, localizar recursos locales como minerales específicos y, en particular, hielo.
"La gran ventaja de los drones es el acceso a lugares difíciles, incluidos cráteres a los que un vehículo con ruedas no puede descender", explicó Feffer. "Y sobre todo, son mucho más rápidos que cualquier vehículo explorador. Si los rovers recorren unos pocos metros al día, un dron diseñado para media hora de vuelo puede cartografiar decenas de kilómetros en ese breve espacio de tiempo", planteó.
La empresa inició sus operaciones en el marco de la aceleradora tecnológica de la industria aeroespacial. Mientras colabora con la aceleradora ESRIC, WeSpace está a punto de concluir las conversaciones con una empresa espacial estadounidense líder. Esta asociación podría proporcionar a la empresa israelí una vía de acceso a las licitaciones de la NASA.
"La NASA está interesada en lanzar nuestro dron, equipado con una serie de espectrómetros para cartografiar zonas cercanas al polo sur lunar para el próximo programa Artemis", confesó Harel.
"Nuestro dron puede allanar el camino para el establecimiento de infraestructuras en la Luna y ayudar en la transición de las operaciones de grandes entidades, como las agencias espaciales, a las operaciones de empresas privadas", subrayó Feffer.
Hielo difícil de encontrar
Otro hallazgo interesante se refiere a la concentración de cargas eléctricas sobre la superficie lunar. Aunque la Luna carece de atmósfera propiamente dicha, posee una delgadísima capa de plasma compuesta por electrones e iones (átomos cargados eléctricamente).
Las mediciones de este plasma mostraron una concentración que oscilaba entre 50 y 300 millones de electrones por metro cúbico, significativamente inferior a la ionosfera de la Tierra, que tiene aproximadamente un millón de electrones por centímetro cúbico y se encuentra a decenas de kilómetros sobre el suelo. Según los investigadores, este descubrimiento alivia los problemas de comunicación y navegación en futuras misiones a esta región, problemas que habrían surgido si el plasma hubiera sido más denso.
Los instrumentos de la nave espacial también detectaron una inesperada abundancia de azufre en el suelo lunar que aún no está claro si procede de la antigua actividad volcánica de la superficie lunar o de impactos de asteroides en etapas posteriores.
Cabe destacar que el sismógrafo del módulo de aterrizaje también detectó un movimiento anómalo, y los investigadores están tratando de determinar si se trató de un temblor lunar menor o del impacto de un meteorito contra la superficie.