Doron Lopez, doctor en Historia.
Doron Lopez, doctor en Historia.
"Destrucción del Templo de Jerusalem", de Francesco Hayez.

Un estudio arroja luz sobre los días posteriores a la destrucción del Segundo Templo

La mayoría de los judíos que vivían en la Tierra de Israel no fueron obligados al exilio y los decretos sobre la prohibición de circuncidar a los niños o de cuidar el shabat pertenecen a otras épocas. Estas son algunas de las conclusiones a las que arribó el historiador Doron López.

Yitzhak Tessler - Adaptado por Adrián Olstein |
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“La destrucción de Jerusalem y el Antiguo Templo no derivaron en un exilio de dos mil años. Los romanos no obligaron al exilio sistemático, sino al contrario. Prefirieron la estabilidad en sus territorios, en pos de la utilidad”. Quien dice esto es Doron López, doctor en Historia con 31 años de trayectoria en los estudios de la relación entre los romanos y sus pueblos conquistados.
En 1988, López, actual residente de Jerusalem, era estudiante de primer año de Historia en la Universidad Hebrea. "Ese año visité Roma. Me di cuenta que muchos de los edificios monumentales de la zona del Foro, incluyendo el Arco de Tito, el Coliseo y el Palacio Imperial, fueron construidos entre el año 69 y 96 d. C. Me preguntaba cómo fue que los emperadores que reprimieron la 'Gran Revuelta' y destruyeron el Templo fueron también los grandes constructores de Roma", recuerda.
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"Destrucción del Templo de Jerusalem", de Francesco Hayez.
"Destrucción del Templo de Jerusalem", de Francesco Hayez.
"Destrucción del Templo de Jerusalem", de Francesco Hayez.
Algunas de las conclusiones del doctor López, profesor y conferencista en el David Yellin College y el Instituto Schechter, serán reveladas en su próximo libro "Judá el Cautivo". “En el 69, los romanos entendieron que un gobernante era quien tenía mayor poder militar y no quien heredaba una corona. Así fue que en menos de un año reemplazaron a su emperador cuatro veces”, explica.
"El último de ellos y no muy simpático fue Vespasiano, quien junto con su hijo Tito llegó a Galilea en la primavera del año 67 para reprimir la revuelta de los judíos. La percepción común en la investigación académica es que para mostrar a todo el Imperio Romano el poder de la nueva familia imperial, la revuelta se reprimió de una manera particularmente cruel", sostiene.
—¿Y eso no es cierto?
—Los romanos fueron crueles, pero no dejaron detrás de ellos tierra arrasada. Yosef ben Matityahu (historiador judeorromano del siglo I) afirma en su libro que un millón de judíos fueron asesinados en Jerusalem. Pero la Jerusalem del Segundo Templo se extendía desde el Valle de Cedrón hasta Mea Shearim, dos veces la superficie de la Ciudad Vieja de hoy. No podían vivir allí un millón de personas. Pero no todos los historiadores de la época eran precisos en cifras.
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Grabado sobre el exilio de los judíos tras la destrucción del Templo.
Grabado sobre el exilio de los judíos tras la destrucción del Templo.
Grabado sobre el exilio de los judíos tras la destrucción del Templo.
“En mi libro se estudian los hechos desde el lado romano. La mayoría de las acciones no estaban fundadas en el odio, sino que tenían consideraciones políticas, económicas y militares"
Doron Lopez, doctor en Historia
El historiador sostiene que “nuestra tendencia es estudiar los hechos desde el punto de vista judío. No podía ser de otra manera, somos judíos”. Sin embargo, afirma que su investigación toma otro enfoque: “En mi libro se estudian los hechos precisamente desde el lado romano. Nos encontramos con que la mayoría de las acciones no estaban fundadas en el odio, sino que tenían consideraciones políticas, económicas y militares", agrega.
“No eran amantes de Israel”, señala López, “pero eran racionales. Llevaron a cabo una represión selectiva de la revuelta, destruyendo el lugar donde tuvo su epicentro e intentando recuperar la rutina lo más rápido posible en el resto de las ciudades”, evalúa.
"Jerusalem, por ejemplo, fue destruida por completo y en el lugar se instaló la décima legión romana. Pero esos soldados necesitaban de una infraestructura civil que les proporcionara comida y lavandería”, ejemplifica. “En 2007, durante la construcción del tren ligero en Jerusalem, se descubrieron las ruinas de un gran asentamiento judío en esa zona, que fue construido después de la Destrucción de Jerusalem. Tenía un estilo de construcción romano, pero en el lugar se encontraron monedas, mikves y huesos de animales kosher que permitieron suponer que era un asentamiento judío que atendía las necesidades de los soldados”, explica.
"Los grandes sabios no fueron grandes historiadores"
En su investigación López señala que los grandes sabios del pueblo judío "no fueron grandes historiadores, siendo generosos”. Según él, así como la destrucción de Jerusalem no fue total, en el área de la Galilea, actual norte de Israel, las poblaciones se vieron menos afectadas.
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Doron Lopez, doctor en Historia.
Doron Lopez, doctor en Historia.
Doron Lopez, doctor en Historia.
"Según la evidencia arqueológica, sabemos que hubo allí una batalla difícil seguida por la destrucción de tres asentamientos. Sin embargo, las principales ciudades de la región se rindieron sin luchar”, concluye. “Esto va en línea con el punto de vista romano, según el cual no tenía sentido atacar una población no rebelde, porque el Imperio debe ser gobernado al día siguiente. Se necesita recaudar impuestos y para eso tiene que haber de quién recaudarlos”.
—Si los romanos no querían destruir la vida en Judea, ¿por qué incendiaron el templo?
—En la práctica los romanos adoptaron una política estricta que incluía la quema de templos, no tanto por razones religiosas o de castigo, sino considerando a esos espacios como una fortaleza enemiga. En el 69, los rivales de Vespasiano incendiaron el Templo de Júpiter en el corazón de Roma, durante una de las batallas de la Guerra Civil. Cuando los judíos fortificaron Jerusalem y el templo, el lugar fue destruido.
"La destrucción del templo no fue el final de la historia”
Según el historiador, los que más sufrieron la llegada de los romanos a la Tierra de Israel fueron los cristianos. "Era un mundo que santificaba a los antiguos. El cristianismo era una religión nueva, por lo que recibió una hostilidad y un desprecio que no recibieron los judíos”, sostiene López.
Los grandes sabios relatan cómo después de la destrucción hubo duros decretos contra la existencia de la vida judía, pero el investigador afirma que se trata nuevamente de una inexactitud histórica. "Las prohibiciones a la religión que conocemos a través de los escritos de los sabios como la prohibición de observar shabat o de circuncidar a los recién nacidos, tuvieron en realidad lugar en la época de la revuelta de Bar Kojba, en 132-136 d. C., 60 años más tarde que la 'Gran Revuelta'”, describe.
"Este no es un intento de restar importancia al hecho histórico”, enfatiza el historiador, "pero la destrucción del Templo no fue el final de la historia. Hubo una crisis, hubo muertos y cautivos, pero en líneas generales, la vida judía continuó en la Tierra de Israel y en todo el Imperio Romano", concluye.
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