Un nuevo estudio internacional, dirigido por un equipo de científicos de la Universidad Ben-Gurion, del Negev, mostró que el control de los niveles de azúcar en la sangre es un mecanismo clave importante que vincula la dieta con un envejecimiento cerebral más lento. El estudio, que incluyó a 300 participantes en uno de los ensayos de resonancia magnética cerebral más largos y grandes del mundo, se publicó recientemente en la revista The American Journal of Clinical Nutrition.
La degeneración cerebral relacionada con la edad, que incluye la pérdida gradual de neuronas y la contracción del tejido cerebral, es una parte natural del proceso de envejecimiento. Este proceso puede provocar deterioro cognitivo y otros problemas neurológicos.
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Los niveles de azúcar en sangre tienen relación con el envejecimiento cerebral.
(Shutterstock)
Aunque el envejecimiento no se puede detener, el estudio, dirigido por la estudiante de doctorado Dafna Pachter y la profesora Iris Shai de la Universidad Ben-Gurion, junto con equipos internacionales de expertos en cerebro, exploró cómo una intervención dietética de 18 meses podría afectar estos procesos.
"El envejecimiento del cerebro es un proceso natural e inevitable. Nuestro estudio encontró que el punto de inflexión, donde este proceso se acelera, es alrededor de los 50 años; hasta entonces, el declive es relativamente moderado", explicó Shai.
"Anatómicamente, este proceso se refleja principalmente en el encogimiento del hipocampo, la parte del cerebro responsable de la memoria. Entonces, cuando las personas dicen: '¿Dónde dejé mis llaves?' después de los 50 años, es probable que sea una señal de que su hipocampo ha reducido ligeramente de volumen", añadió.
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Los olvidos son una señal de que el hipocampo ha reducido ligeramente su volumen.
(Istockphoto/simpson33)
"Por el contrario, también vemos un aumento en los volúmenes de líquido cefalorraquídeo en los ventrículos laterales del cerebro. Con el paso de los años, estos ventrículos simplemente se llenan con más y más líquido cefalorraquídeo. Estos cambios fisiológicos son indicadores naturales del envejecimiento cerebral", agregó la profesora Shai.
Sin embargo, según Shai, estos procesos pueden ser influenciados. Evidencia de esto se ve en las diferencias en la edad cerebral entre individuos de la misma edad cronológica. "Hoy en día, podemos cuantificar la edad del cerebro en comparación con la edad cronológica", explicó.
"Como sabrán, no todas las personas de 70 años tienen la misma función cognitiva, ya que la edad del cerebro varía entre las personas. Sabemos que hay un componente genético, por supuesto, pero una gran parte de él está ligado a nuestro estilo de vida. Es probable que tengamos formas adicionales de influir en la edad cerebral y ése era el objetivo de este estudio: examinar el impacto de la dieta en esta influencia", agregó.
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Una gran parte de nuestro envejecimiento cerebral está ligado a nuestro estilo de vida.
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Como parte del estudio, se llevó a cabo un experimento en el Centro de Investigación Nuclear del Néguev con 300 participantes que se dividieron en tres grupos según la composición de la dieta.
Se tomaron mediciones de resonancia magnética cerebral antes y después del ensayo. Los investigadores utilizaron el volumen de regiones específicas del cerebro como métrica para estimar la edad del cerebro y predecir el riesgo futuro de demencia. Curiosamente, algunos participantes mostraron una edad cerebral más joven o mayor que su edad cronológica.
El equipo de investigación cuantificó y analizó los datos cerebrales de resonancia magnética utilizando NeuroQuant, una herramienta computacional automatizada aprobada por la FDA, para investigar el mecanismo principal que vincula la dieta mediterránea con la ralentización del envejecimiento cerebral.
"Al rastrear los volúmenes de docenas de regiones cerebrales diferentes con tecnología de resonancia magnética, cuantificamos los volúmenes cerebrales de los participantes antes y después de la intervención dietética", añadió Shai.
El experimento original, publicado hace unos dos años, demostró una reducción del 50% en la atrofia cerebral mientras se consumía una dieta mediterránea verde, que incluía el consumo de Mankai y té verde.
Ahora, los hallazgos del estudio actual destacan el control del azúcar en la sangre como el vínculo principal entre la dieta y las regiones cerebrales vitales para la función cognitiva (como el hipocampo, los ventrículos laterales, el tálamo y el cerebelo), el control motor y el procesamiento sensorial.
"Estos hallazgos son cruciales no sólo para las personas con un nivel alto de azúcar en la sangre, sino para la salud de todos a cualquier edad", explicó Shai. "Sabemos que los diabéticos tienen un riesgo significativamente más alto de demencia, lo cual no es un hallazgo nuevo. Los niveles altos de azúcar en la sangre ejercen presión sobre las células cerebrales y provocan daños a largo plazo, lo que afecta la función cerebral", especificó.
"En este proceso, los productos finales de glicación avanzada (AGE) se forman a medida que los azúcares se unen a proteínas celulares como el colágeno y los vasos sanguíneos, lo que reduce la elasticidad vascular y debilita el suministro de sangre al cerebro", aseguró la especialista.
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Los niveles de azúcar en sangre tienen relación con el envejecimiento cerebral.
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Según ella, los compuestos encontrados en la dieta mediterránea, especialmente en los alimentos proporcionados durante el estudio como el Mankai, las nueces y el té verde, ayudan a reducir los niveles de azúcar en la sangre y mejoran la respuesta de las células a la insulina, asegurando que el azúcar se distribuya de manera eficiente en todo el cuerpo.
"Sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias protegen las células cerebrales del daño oxidativo. Los polifenoles también mejoran la función de las bacterias intestinales, que apoyan al sistema nervioso central, protegiendo así al cerebro del daño inducido por el azúcar y promoviendo su salud a largo plazo", añadió.
Esta investigación es uno de los estudios dietéticos y de resonancia magnética cerebral más largos y más grandes que vinculan los cambios en la dieta directamente con un mejor control glucémico y un envejecimiento cerebral más lento. Sin embargo, se necesita más investigación para comprender a fondo los mecanismos involucrados.
Los hallazgos sugieren un camino potencial para reducir el riesgo de deterioro cognitivo relacionado con la edad a través de simples ajustes en la dieta.
"Actualmente estamos llevando a cabo un proyecto de estudio de seguimiento llamado FIT (Follow Intervention Trials), en el que rastreamos a los participantes de estudios anteriores y conocidos en el Centro de Investigación Nuclear del Néguev. Estamos realizando resonancias magnéticas y evaluaciones detalladas para examinar su salud cerebral actual y si podríamos haberlo predicho retrospectivamente. Esa es nuestra próxima fase", concluyó Shai.
