“Un día, mientras navegaba en Tinder, encontré a una muchacha demasiado linda, lo que me hizo sospechar. Pensé que era muy improbable de que se tratara de un perfil real. Tenía fotos en bikini muy sensuales, se veía como una de la familia Kardashian. Parecía un engaño”, relata Stav, de 29 años y oriundo de Hertzlia que está a cargo de las redes sociales de una importante estación de radio.
- ¿Entonces la salteaste o moviste el dedo hacia la derecha?
- ¡Por supuesto que moví el dedo a la derecha! Luego de unos segundos, Tinder me avisó que hubo match, lo que me hizo sospechar aún más de que algo no estaba bien. Me escribió un mensaje y me preguntó si quería ir a su casa. Y sin importar cuántas luces de alerta se encendieron a mi alrededor, acepté la invitación. Le dije a un amigo que estaba por ir a encontrarme con alguien que tal vez no existía y que si no le respondía el teléfono por algunas horas, que llamara a la Policía.
- ¿Y qué pasó?
- Llegué a la dirección que me dio la muchacha con mucho escepticismo, ¡pero todo era real! ¡Era de carne y hueso! Aparentemente, ella había peleado con su novio; él había viajado al exterior. Por ese motivo, decidió vengarse. Ella había invitado otra amiga, razón por la cual me di cuenta que estaban buscando un chico cualquiera de Tinder para hacer un trío. Imagino que puedes saber cómo continuó todo. Tuvimos algunos encuentros más hasta que su novio regresó y todo acabó.
Dori, de 31 años, se define a sí misma como ‘especialista en Tinder’. Y ella también tiene muchas experiencias para contar. “Entré al mundo de Tinder solo para demostrarle a mi ex novio que yo la paso bien con otros hombres”, confiesa. “Todo lo que pensé era ‘si él se enterara con cuántos muchachos saldré esta semana, se volvería loco'”, dice.
“Un día vi el perfil de un hermoso hombre llamado Paulo, mitad brasileño y mitad británico, que estaba en Israel por asuntos laborales. Me puse tan feliz de que hubo match, por lo que lo contacté de inmediato. Enseguida nos llevamos muy bien. Eso sí, supe desde un principio que iba a ser una breve historia de amor, por lo que tenía eso en mente. Me encontré con él en el lobby de un hotel de Natanya donde se hospedaba, a sabiendas de que su cama estaba un pisos por arriba nuestro”, relata.
“En cuanto lo vi, bendije al creador de esta aplicación”, dice Dori entre risas. Y continúa: “Su piel era color café, tenía la altura de Michael Jordan, una sonrisa perfecta y un cuerpo divino”. “Sentí que estaba en una película y no entendía cómo había ocurrido todo”, recuerda.
“Todo se dio de forma muy amena y veloz”, explica Dori. “No se trataba de otra cita nocturna con un muchacho de un moshav cercano o con un estudiante universitario, sino de una tan espectacular que hizo que me fuera difícil olvidarme de él. La manera en que tocaba mi piel, la pasión, tenía todo lo que quería. Y me pregunté, ¿dónde me hubiera ocurrido algo así, sino en Tinder?
