Abraham Berline, un pintor ucraniano judío, no sobrevivió a la maquinaria de asesinatos del Holocausto pero su obra logró trascender: una pintura sobre cáscaras de huevo muestra la imagen del campo de concentración en el que estuvo detenido antes de su muerte.
Nacido en 1894 en Nezhin, Ucrania, en 1912 un joven Abraham Berline emigró a Francia para estudiar en la Escuela de Bellas Artes de París. Pronto ganó reputación y sus obras se expusieron en importantes galerías. Por su condición de judío, en 1941 fue detenido y trasladado al campo de concentración de Compiegne, y allí decidió dibujar el sitio en el que padeció sus últimos meses de vida.
En malas condiciones físicas, con poco alimento a disposición y pese al temor de ser descubierto por los nazis, Berline encontró en las cáscaras de huevo una solución al faltante de papel. Cortó pequeños pedazos que adhirió a una tabla de madera y dibujó el campo, con su torre de control incluida, pintado en colores en tonos marrones, verdes, amarillos, azules y rojos.
Tiempo después el pintor fue trasladado al campo de Drancy, también en Francia, y en 1942 fue deportado a Auschwitz en donde fue asesinado a los 48 años junto a su esposa. Ocho décadas después su pintura inédita y espeluznante se convirtió en una pieza única, que se ofrece para subasta en una agencia de Jerusalem.
Desde la casa de subastas Dinasty afirman que recibieron la obra a través de un coleccionista que la compró en la década del 50 a Israel Kishka, un artista que compartió sus días en Compiegne junto a Abraham. El propio Kishka donó al Museo de Combatientes de los Guetos otras cuatro obras de Abraham Berline creadas dentro del campo de concentración, pero esta es la primera que se conoce que fue realizada sobre esta improvisada técnica de cáscaras de huevo.
La obra será subastada el próximo 11 de enero con un precio inicial de 8 mil dólares y despertó el interés de varios museos. Desde Yad Vashem condenaron la operación y expresaron que “los artículos de la Shoá no deben usarse para el comercio y la obtención de ganancias”.
“En Yad Vashem preservamos de manera profesional este tipo de artículos para que sirvan como evidencia histórica para la investigación, la educación y la memoria. Recopilar elementos de la Shoá y presentarlos al público tiene un valor moral y nacional”, indicaron las autoridades del museo.
Desde la casa de subastas estiman que seguramente, por una u otra vía, finalmente el destino de la obra sea un museo interesado en la temática del Holocausto.