Bamba, una perra mestizo de tres años, ha sido la compañera más cercana de Suzan Ben-Shalom a lo largo de su lucha contra el cáncer. Bamba permaneció a su lado durante las sesiones de quimioterapia.
En noviembre, Ben-Shalom, de 61 años y madre de dos hijos y abuela de cinco, fue diagnosticada con cáncer de mama.
Después de someterse a una mastectomía, Ben-Shalom comenzó a recibir tratamientos de quimioterapia en el Centro Médico Emek, en la ciudad norteña de Afula, con Bamba siempre a su lado. El domingo pasado fue su tercer tratamiento con su fiel perra junto a ella.
"Tenía miedo del tratamiento y sentí que sólo Bamba podía ayudarme a lidiar con la ansiedad. Estaba segura de que no lo permitirían, pero después de unos días dieron su aprobación", comentó Ben-Shalom.
Inicialmente, el personal del hospital no sabía cómo manejar su inusual solicitud. "Nos reunimos antes de que comenzaran sus tratamientos, y ella hizo una solicitud inusual: quería asistir a sus tratamientos sólo con su perra", contó Dikla Lazarovich, la trabajadora social en la sala donde Ben-Shalom había sido tratada.
"Ella explicó que [Bamba] le da fuerza. Yo era escéptica, pero aun así consulté con la gerencia", señaló Lazarovich.
Inna Tsvitman, la enfermera jefa del Centro de Oncología y Hematología del hospital, declaró que Ben-Shalom se negó a comenzar el tratamiento sin la presencia de Bamba. Tsvitman recordó: "Susan se sentó a mi lado durante una hora y me dijo repetidamente: 'No me toques. No pongas la aguja'".
Ben-Shalom explicó que Bamba se sienta a su lado en una silla y la lame durante todo el tratamiento. "Sin ella, sería mucho más difícil para mí estar aquí", dijo Ben-Shalom.