Meirav Levy.

La ex trabajadora sexual que "escapó del infierno" gracias a la fotografía

Meirav Levy creció en un hogar religioso donde sufrió abusos que la llevaron a prostituirse, pero el arte de la fotografía le dio la fuerza interior que necesitaba para encontrar un nuevo propósito en la vida.

Tchiya Barak - Adaptado por Marcos Olivera |
Published:
Mi infancia transcurrió en un mundo ultraortodoxo, en pleno corazón del barrio más observante de Jerusalem. Claro que era una niña traviesa con un sano sentido de la curiosidad, pero en general era una buena chica, que no causaba demasiados problemas.
Pero me cruce con demonios, el primero cuando estaba en primer curso. Un profesor de la escuela haredí me agredió sexualmente. Aprovechó que estaba esperando a que mi hermana mayor terminara su clase y me abusó cuando estaba sola y desprotegida.
5 צפייה בגלריה
Meirav Levy.
Meirav Levy.
Meirav Levy.
(Shany Rosenfeld)
El miedo que experimenté me cambió. Mi grito de auxilio fue que me volví más violenta con otras chicas. Simplemente ya no me importaba. Esperaba que me expulsaran porque eso me habría salvado de él.
Pero no terminó ahí. A los 11 años, volví a vivir en casa después de tres años en un internado. Teníamos un vecino viejo y pedófilo. Pensaba que esta vez era dura y estaba preparada. En retrospectiva, sé que mi proceso de pensamiento en ese momento era que si lo hacía de todos modos, más me valía que me pagaran por ello.
Cada vez que carraspeaba en la escalera del edificio, sabía que era mi señal. En algún momento, mis padres empezaron a pensar que tenía una enfermedad respiratoria o algo así.
Mi padre murió a los 29 años, ahogado en el mar de Galilea. Yo estaba con mis abuelos cuando recibieron la noticia. Recuerdo a mi abuela contestando al teléfono, con la cara pálida como la nieve, antes de salir de casa a toda prisa. Más tarde me dijeron que mi padre había tragado mucha agua y estaba en el hospital.
Cuando llegaron dos de mis hermanas, rodeamos a mi abuela, exigiendo saber qué pasaba. Ella nos confirmó que había muerto. La primera fase del duelo es siempre la negación, y a mí me pasó lo mismo.
Me pegaba y recuerdo que le gritaba a la cara que ojalá se muriera. Cuando realmente lo hizo, pensé que yo era la razón.
5 צפייה בגלריה
Fotografía de la exposición de Meirav.
Fotografía de la exposición de Meirav.
Fotografía de la exposición de Meirav.
(Meirav Levy)
Después volví al internado, donde también me maltrataban. A esas alturas, ya tenía mucha experiencia con los malos tratos, así que arremetí contra ellos hasta el punto de que mi madre tuvo que traerme de vuelta a casa.
A los 14 años empecé a dar masajes y dejé atrás el mundo del judaísmo observante. A los 18 me trasladé a Tel Aviv con el objetivo de convertirme en sanadora holística. Me matriculé en el Reidman College, que tenía una pequeña escuela de masaje holístico y para mantenerme trabajé en un spa.
Pero los demonios no se iban. Seguían en mi alma. Incluso llamé a mi madre y le dije que estaba pensando en suicidarme. Tardó horas al teléfono en sacarme del abismo.
Otro día, subí al autobús para ir a trabajar y tuve un ataque de pánico masivo. Miré a mi alrededor y ni siquiera sabía dónde estaba. Me bajé y me senté en la acera, agarrándome la cabeza. Llamé a mi jefe llorando y me dijo que me quedara en casa. Una hora después, me despidieron.
Me apresuré a publicar un anuncio ofreciendo masajes en mi apartamento, con relajación incluida. Ese año ya salía mucho de fiesta, tenía toneladas de sexo, con un tipo diferente cada vez. Era como si reviviera cada vez el trauma sexual que llevaba muy dentro.
La primera semana fue la peor. Pasé de dar masajes a hacer favores sexuales. El miedo era atroz. Nunca sabes qué hombre estará ahí cuando abras la puerta.
5 צפייה בגלריה
Fotografía de la exposición de Meirav.
Fotografía de la exposición de Meirav.
Fotografía de la exposición de Meirav.
(Meirav Levy)
No recuerdo a ninguno. Sus caras están borrosas para mí ahora. Si uno de ellos me hubiera dicho que tuvimos sexo la semana pasada, sinceramente no lo habría recordado. Así de mal se puso la cosa. Me odiaba a mí misma.
A los 31, para apaciguar a los clientes, empecé a consumir cocaína y metanfetamina, buscando algún tipo de ventaja. Sentía que no tenía remedio sin ella, porque me ayudaba a enmascarar el mal olor de aquellos hombres que se abalanzaban sobre mí, algunos de ellos lo bastante viejos como para ser mi abuelo.
Me sentía sumisa y paralizada. No sabía que ser tratada como algo más que un pedazo de basura era siquiera una opción. Servía hasta a ocho tipos al día. Me duchaba después del último, me restregaba de pies a cabeza, pero el olor nunca desaparecía.
Fue entonces cuando cambié de perspectiva. Esta gente no son amigos míos y no se preocupan por mí. Pensé que la prostitución me mataría. Mató a mis amigos. ¿Yo era diferente?
Mi familia sospechaba algo. Sabían que daba masajes. Mi teléfono explotaba cuando estábamos juntos.
Cinco años más tarde, un antiguo amigo maltratador que solía tener quiso castigarme, así que escribió que yo era una prostituta en el chat del grupo. Una de mis hermanas cortó toda comunicación conmigo. Otra me dijo que no quería que sus hijos estuvieran cerca de mí. Otros me apoyaron y ayudaron a que saliera de ese lugar.
En algún momento me ofrecieron una clase de estilismo en HerAcademy, una escuela para mujeres que ejercían la prostitución. Querían que documentara mi vida con una cámara. Un profesor llamado Louis Green se fijó en mí y me dijo que debería participar en exposiciones de fotografía. Pensé que estaba loca, teniendo en cuenta que yo era una prostituta drogada.
5 צפייה בגלריה
Fotografía de la exposición de Meirav.
Fotografía de la exposición de Meirav.
Fotografía de la exposición de Meirav.
(Meirav Levy)
Me trajo una cámara DSLR y me dijo: "Espera y verás".
Un día, con un cliente tras otro queriendo saber lo que estoy dispuesta a hacer en la cama, simplemente agarre la cámara y salí a la calle, empecé a hacer fotos: una chica en un columpio, gente paseando, una calle animada y de repente empecé a tranquilizarme.
Con el poder que me daba la fotografía, comprendí que hay una dirección para mí. Algo por lo que vivir.
Los clientes sabían que tenía una cámara. Uno quería que le hiciera fotos como esclavo. Me negué. No quería manchar mi cámara con nada relacionado con la prostitución.
Finalmente, empecé a estudiar un día a la semana, dedicado únicamente a mis estudios. Sin clientes. Nada de nada. Aprendí técnicas de fotografía y me quedé embelesada, así que pensar en volver a la prostitución me rompió el corazón.
Cuando llegó la pandemia, agradecí los encierros. Una oportunidad de no tener que complacer a los hombres. Llamé a Louis llorando y le dije que me sentía atrapada. Por un lado, no tener trabajo significa que estoy arruinada. Por otro, volver a la prostitución habría acabado conmigo. Ya no podía más.
La directora general de HerAcademy, Iris Stern-Levi, me llamó y me preguntó: "¿Quieres salir?" Le dije que sí y ella prometió ayudarme. Además, conseguí ayuda financiera de una fundación llamada "Lo Omdot Me'Negged".
A todos ellis les di mi palabra de que no recaería, pero lo deseé mil veces. La idea de ser pobre era casi insoportable.
5 צפייה בגלריה
Meirav Levy.
Meirav Levy.
Meirav Levy.
(Ryan Preuss)
Pero me mantuve firme, e incluso llamé a la compañía de móviles para que me desconectaran el teléfono del trabajo. Cuando llamé para comprobarlo y oí el mensaje de desconexión, grité de emoción.
Ahora mismo hay una exposición internacional de fotografía, organizada por la fundación PHOTO IS:RAEL. Mis fotos, las 60, están en una sección llamada "De pie ante ti".
Me hace mucha ilusión que la gente vea mis fotos. Está bien que conozcan mis antecedentes, pero no me llamen "sobreviviente de la prostitución". Es degradante. Soy alguien que consiguió salir de la prostitución.
Hoy tengo 44 años y vivo en Ramat Gan. Soy discapacitada por las cicatrices emocionales que me dejó la prostitución, cortesía de Bituach Leumi (Seguro Nacional).
Trabajo como freelance para PHOTO IS:RAEL ayudando con la administración y la promoción y mi meta es trabajar como fotógrafa a tiempo completo. Lo único que no quiero fotografiar son hombres.
Comentarios 0