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¡Elógiense a ustedes mismos!
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La capacidad de experimentar las cosas tal como son produce una enorme felicidad y una libertad extraordinaria

¿Cómo hacer meditación? Guía para quienes comienzan

Todos hemos oído hablar de “mindfulness” y de sus numerosas virtudes, pero ¿cómo se lleva a la práctica? ¿Cuál es la postura correcta para hacer meditación? ¿Cuánto tiempo hay que dedicarle? ¿En qué hay que concentrarse?

Sobre el libro Mindfulness para quienes comienzan, de Paddy Brosnan |
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Uno de los muchos beneficios de desarrollar la consciencia y la vida a la luz de ésta, es la posibilidad de vivir el mundo y lo que ocurre en éste a través de los ojos de un niño. En el mejor y más positivo sentido de las palabras. Ver todo de nuevo, con una mirada fresca, como la primera vez. Encontrar lo maravilloso en las cosas que nosotros, los adultos, damos por sentado. Las nubes en el cielo, las hojas del árbol, el sol, la luna, la aurora y el crepúsculo. Ver a las personas como lo que son: criaturas con numerosas caras -como un prisma- y que cambian constantemente. Y no simplemente como una mezcla de juicios a priori, miedos, prejuicios, rencores mezquinos y obsesiones. Cuando logramos alejarnos de las preocupaciones diarias que nos hemos creado y de los intentos de controlar el mundo que nos rodea, cada día se convierte en un nuevo comienzo. Estamos preparados para aceptar la vida tal como es, tal como la descubren nuestros ojos; entonces descubrimos que estamos más abiertos a cosas inesperadas, alegres y divertidas. Y también más dispuestos a incorporar los aspectos menos positivos de nuestra existencia, lo que en sí mismo ya supone una liberación.
La capacidad de experimentar las cosas tal como son produce una enorme felicidad y una libertad extraordinaria. Piensen por un momento qué sucede cuando percibimos algo con nuestros sentidos. Cuando olemos una flor, por ejemplo, o vemos una hoja, o nos encontramos con otra persona. Durante una décima de segundo es como si no ocurriera nada más: simplemente percibimos el objeto, o al ser humano, tal como son. Pero casi enseguida a ello se le cuelga un pensamiento. La hoja se vuelve una hoja cuyo color no nos gusta, la flor es una flor que nos gusta y nos recuerda épocas felices, y la persona es alguien que nos irritó la última vez que estuvimos con él. La verdad es que nosotros nunca experimentamos sólo lo que está ante nosotros sin ponerle enseguida una etiqueta, o juzgarlo, o sin añadirle una idea o una asociación del pasado. Pero a medida que aumenta nuestra capacidad de deshacernos de todo esto y de sencillamente experimentar las cosas en forma directa, va a disminuir nuestro sufrimiento.
Cuando combinamos la actitud de tomar consciencia en la vida de todos los días, con la construcción y el desarrollo por medio de un ejercicio sistemático de mindfulness, profundizamos nuestro conocimiento del verdadero carácter de la realidad e intensificamos nuestra capacidad de valorar la vida de manera más profunda y plena. Dicho de otro modo, la consciencia nos permite apartar la cortina del pensamiento de nuestra vivencia de la realidad. Volviendo a la flor, a la hoja y a la persona, parecería que en general experimentamos las cosas a través de una capa de ideas, expectativas, experiencias del pasado y prejuicios. No encontramos el objeto; lo que experimentamos es nuestro punto de vista sobre éste, y que habrá de ser diferente del que tiene otra persona. Es evidente que va a surgir un problema: ¿cómo podremos llegar a un acuerdo total sobre los objetos si no los vemos como los ven los demás? ¿Cómo podremos estar seguros de que nos referimos a la experiencia tal como es?
Cuando se trata de personas y de formas de percibir, así como de nuestra actitud hacia ellos, todo se vuelve sumamente difícil. ¿Cómo podremos ser felices con alguien si vemos sólo nuestras deformaciones, expectativas y prejuicios? Es obvio que no vamos a poder. La persona a la que aludíamos nos va a decepcionar porque no es lo que habíamos decidido que era, o lo que hubiéramos querido que fuera… El es sencillamente él. Este es en general el origen de lo que nos causa mayor sufrimiento en nuestras relaciones con el otro. La verdadera consciencia nos permite ver lo que realmente está allí. Nos brinda la posibilidad de ver las cosas -a la persona, el objeto, la situación- tal como son, e impide que el pensamiento le añada otras capas, una encima de otra. Nos ayuda a reducir el dolor innecesario y nos permite disfrutar de la gente, o de las cosas, o de otras situaciones, exactamente como son; según quienes son y lo que son.
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La capacidad de experimentar las cosas tal como son produce una enorme felicidad y una libertad extraordinaria
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Un ejercicio que se repite en la mindfulness, y el hecho de utilizar la atención en la vida cotidiana, ampliará su consciencia de manera maravillosa y sorprendente. Descubrirán que la conducta de ustedes dejó de estar influenciada por preferencias y rechazos, por prejuicios y deformaciones. Sus reacciones ya no van a ser automáticas: ustedes descubrirán que aumenta su capacidad de actuar de acuerdo con lo que verdaderamente hayan elegido y con sentido común.
Cuanto más se ejerciten, más expertos serán en el arte de ver las cosas sencillamente con claridad. Con la misma sencillez comenzarán a vivenciar lo que esté delante de ustedes, sin darse prisa por juzgar y sin analizar demasiado ni catalogar los pensamientos e impresiones, como han hecho siempre en el pasado. Percibirán con claridad el cambio importante que se produce en su forma de ver las cosas. A partir de ahora podrán prestar atención a sus pensamientos, sin dejar que éstos los carcoman por dentro. Ahora no son quienes piensan, sino que son simplemente testigos de la corriente de pensamiento. Ya no identifican sus pensamientos con el “yo” de ustedes, sino con todo su ser. Y se convencerán de que pese a que esos pensamientos tal vez hayan nacido en determinado lugar dentro de ustedes, éstos no representan a todo su ser ni toda su consciencia.
Entender esto les dará una maravillosa sensación de espacio mental entre sentimientos y pensamientos, entre sensaciones intensas y la manera en que ustedes respondan a ellas, entre el estímulo y la acción que emprendan en reacción a ello. Cuanto más se ejerciten en mindfulness y desarrollen la consciencia, más aumentará ese espacio y más fácil les será dirigir sus vidas. En este espacio encontrarán también una sensación de unicidad y armonía, de calma y serenidad, así como cantidades ingentes de amor y de compasión como jamás imaginaron que existían dentro de ustedes. En realidad siempre estuvieron allí, pero es sólo después de crear ese espacio espiritual y emocional dentro de ustedes que pueden manifestarse. Disfrutarán de una nueva sensación de libertad. Se liberarán de las limitaciones de la visión estrecha que tenían del mundo, y de otras ataduras.
En resumidas cuentas, cuando sigan con los ejercicios y la consiguiente expansión de la consciencia, descubrirán que los límites de su “ego” comienzan a difuminarse lenta pero seguramente. Sentirán que la vivencia de lo cotidiano, que los acompaña todo el tiempo, se llena de la sensación una conexión ilimitada entre todas las cosas, y en particular entre ustedes y el mundo que los rodea.
El ejercicio de mindfulness tiene tan sólo dos principios básicos: hacer meditación formal y poder introducirlo en la vida cotidiana. Analicemos el primer punto: el ejercicio formal de meditar con atención plena.
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Cuanto más se ejerciten, más expertos serán en el arte de ver las cosas con sencillamente con claridad. Con la misma sencillez comenzarán a vivenciar lo que esté delante de ustedes
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Meditar con atención plena es un proceso en el cual nos hacemos conscientes del cuerpo y del alma, con objeto de poder estudiar cómo funcionan los pensamientos y los sentimientos que la acompañan. Por medio de la meditación formal, adquirimos la destreza que nos permite tomar decisiones y elegir de manera consciente nuestra reacción a los acontecimientos, al medio que nos rodea y a las personas a nuestro alrededor, en lugar de ser arrastrados por los pensamientos negativos (de los cuales en la mayoría de los casos no somos conscientes), así como los sentimientos inútiles que éstos suelen traer aparejados.
Cada vez que ustedes estén sentados y mediten con atención plena, descubrirán más cosas sobre ustedes mismos y sobre su espacio interior; y entonces podrán aplicar lo que aprendieron a la vida de todos los días. La forma de pensar y los nuevos conceptos que van a adquirir con la ayuda del ejercicio repetido de la meditación, finalmente se convertirán en una segunda naturaleza. Un científico diría que se trata de un proceso de “pavimentación” y de refuerzo de las vías nerviosas de su cerebro. Yo digo que es un proceso de ingreso a la concientización y a experimentar la vida tal como es.
Para el ejercicio de la meditación formal diaria, necesitarán 20 minutos por la mañana y 20 por la noche. Yo recomiendo que avancen en su ejercicio de manera gradual, hasta que logren dedicar los 20 minutos enteros a la meditación. Empiecen con 5 minutos, y después vayan aumentando poco a poco el tiempo que le dediquen. Tal vez 20 minutos no parezcan mucho tiempo, pero si nunca hicieron meditación formal, verán que no es nada fácil tratar de concentrarse durante ese tiempo desde el comienzo.
La mejor postura para la meditación es estar sentado muy derecho (es preferible no tener la espalda apoyada), con las piernas cruzadas y las manos sobre las rodillas. La mano izquierda tiene que sostener a la derecha, y los pulgares deben tocarse. Siéntense derechos, pero de manera que estén cómodos y a gusto. En general, propongo que se comience con las meditaciones más importantes y sencillas: la meditación sobre la respiración. Esta es una de las meditaciones habituales entre los monjes budistas y quienes no lo son, especialmente porque la respiración es algo constante, independientemente de la situación en la que nos encontremos.
Antes de empezar, simplemente cierren los ojos, respiren hondo y hagan relajación; hay que respirar por la nariz. Cuando se medita con atención plena, siempre aspiramos y espiramos por la nariz. Y otra vez, aspirar por la nariz y espirar por la nariz. Y una última vez… Y ahora, cuando liberen lentamente el aire, sencillamente relajen el cuerpo. Asegúrense de que sus hombros no estén encorvados, sino cómodos. Asegúrense que no tienen los puños ni la mandíbula apretados, y que tienen los ojos cerrados con suavidad y no demasiado fuerte.
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La postura más correcta para la meditación es la de estar sentado y derecho
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Comiencen con un sonido. Cierren los ojos (y manténgalos así durante toda la meditación), presten atención cómo el sonido y después el silencio (o la ausencia de sonido) parten de ustedes y vuelven a ustedes, sin necesidad de hacer nada; simplemente permítanse ser conscientes de ello. No intenten de manera consciente oír algo o controlar lo que oyen. Sencillamente permitan que el sonido siguiente penetre en su consciencia y atesórenlo suavemente allí hasta el final. Después tomen consciencia del silencio o del sonido que le sigue. Tengan en cuenta que ustedes no tienen que hacer nada para que el sonido se oiga.
Ahora apliquen esa consciencia abierta a su respiración. Sencillamente presten atención cómo se produce. Cómo las respiraciones simplemente vienen una después de otra. Permitan que su consciencia descanse con la respiración, con la sensación del aire que entra y sale de su cuerpo por la punta de la nariz. No traten de imponer nada. Sencillamente aspiren y espiren por la nariz como siempre. Ustedes de todos modos respiran todo el tiempo; lo que tienen que hacer es prestar atención al acto de respirar.
Y ahora tienen que dilaten su estado de consciencia y vigilen el ciclo de la respiración. Presten atención al aire que entra por sus narinas síganlo. Presten atención a su pecho que se ensancha, luego al vientre y después a una pequeña pausa antes de repetir todo el proceso. No traten de respirar de manera especial, más profunda o más superficial; simplemente dejen que ocurra, como hicieron cuando prestaron atención a las voces que había a su alrededor. Así: aspirar… espirar… Aspirar. Espirar.
Cuando se comienza a meditar con esta respiración simple, a veces se descubre que los pensamientos deambulan e incluso corretean, crean una corriente aparentemente ininterrumpida de pensamientos, como “cuando termine esto, tengo que acordarme de preparar la lista de lo que tengo que hacer”. Emociones -aburrimiento, frustración, felicidad- y sensaciones físicas -hace calor, frío, me pica, me duele en varios lugares del cuerpo. Está todo bien; recuerden que están entrenando el alma. Cada vez que sus pensamientos salgan fuera e intenten dirigir su atención hacia muchos lugares diferentes, sencillamente hagan regresar con suavidad y paciencia la consciencia la concentración en respirar.
No sean críticos ni demasiado rigurosos con ustedes mismos si se distraen. En su lugar, cada vez que hagan volver la atención al acto de respirar, ¡elógiense a ustedes mismos! El entrenamiento para la atención depende del sencillo ejercicio de traer de vuelta la consciencia al lugar en el que nosotros queremos que esté. Eso es todo.
Si en determinada fase descubren que se concentran demasiado en respirar, sencillamente dirijan la atención a los sonidos que se oyen a su alrededor, y a partir de ahí concéntrense de nuevo en la respiración y dejen allí nuevamente la atención. Si sienten que están cansados y somnolientos, sencillamente abran los ojos durante algunos momentos y miren sin concentrarse en lo que hay ante ustedes o un poco más allá. Esto interrumpirá la sucesión de pensamientos. Después, vuelvan a cerrar los ojos y concentren su atención otra vez en la respiración.
Cuando pasen 20 minutos, o el tiempo que hayan fijado para ello, espiren más profundamente por la nariz y dirijan la consciencia otra vez a los sonidos que oyen. Abran delicadamente los ojos, y quédense sentados en silencio; permítanse a ustedes mismos “volver” lentamente a su lugar. Permítanse pensar durante algunos momentos en la meditación y en las reflexiones o conclusiones que ésta despertó en ustedes.
First published: 08:50, 30.08.19
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